La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

REFLEXIÓN

Indra en La Moncloa

Habíamos dejado a la joven universitaria en la facultad de Periodismo y, a esas alturas, antes de iniciar las vacaciones de verano, debía terminar algunos trabajos pendientes para poder superar algunas de las asignaturas. En una de ellas, se le propuso ir a la mismísima Moncloa, debido a la rendida amistad de uno de los profesores con la relatora de Sánchez. Por supuesto, no era la única en la comitiva, pero, debido a su curiosidad y talento, pronto destacó del grupo. Indra es zurda, un detalle que no pasó inadvertido, porque le sirvió para poder comunicarse con el presidente en funciones, que salió al encuentro de la alegre compañía.

"Buenos días", saludó amablemente el inquilino. "¿No os habrá sido difícil llegar hasta aquí desde la Ciudad Universitaria, verdad?", intentando romper el hielo. El profesor que les guiaba dio expresamente las gracias y, de alguna manera, respondió a la cuestión: "Hemos planeado la visita desde hace mucho tiempo, incluso se han entregado mapas a los chicos para que no se perdieran, aunque lo más importante, el que nos dejaran entrar al complejo, fue lo más difícil". Las palabras del profesor no recibieron contestación, dirigiéndose la mirada presidencial hacia la comitiva. Enseguida reparó en Indra y su izquierda. "¿Eres zurda? Creo que hay un día dedicado a vosotros, los zurdos". "Sí, soy de izquierdas de nacimiento, señor Presidente". Como siempre, ya la conocen, se hace notar, casi sin quererlo. "Tú eres de las mías". Indra miró al profesor, que también tenía una idea muy precisa del temperamento de la muchacha, pero no pudo reprimirse. "Yo no soy de usted ni de nadie. Soy de izquierdas, pero es una forma de hablar". Mientras el profesor se mordía los labios, Sánchez adelantó un paso y se puso delante de aquella joven que le corregía con descaro. "Bueno, ese acento me es familiar, ¿eres canaria, no?" Esta era su particular manera de aliviar la tensión. "Sí, lo soy", y volvió la sonrisa a Indra. "¿Quieres hacer alguna pregunta? Piénsala bien, tómate tu tiempo". No se demoró ni un instante, y ni siquiera se fijó en los guiños del profesor, todavía molesto por la respuesta anterior.

"Señor Presidente, tengo una pregunta para usted". "Adelante, adelante, sin miedo". Indra le miraba con tanta atención que, en vez de lanzar una cuestión, parecía que se aprestaba a escudriñar un paisaje desconocido, un laberinto por despejar: "¿Es usted presidente de los suyos o de todos los españoles?" La pregunta era sencilla y, por lo tanto, de las más difíciles de responder si no se cavilaba bien. El dirigente -ahora el "joven" era él, el Presidente de España- cayó en la red que le tendía la periodista en ciernes. "De todos los españoles, ¿es que lo dudas?" Ni profesor, ni compañeros de facultad, ni gaitas, los allí presentes se dieron cuenta de que aquello iba en serio. Indra no se hizo esperar.

"Al entrar, usted se fijó en que soy zurda y me dijo que era de las suyas. Le respondí que soy de izquierdas de nacimiento, que antes que comer, aprendí a manejar esta mano. ¿Puedo hacerle una segunda pregunta, señor?" "Por favor, tutéame. Claro que sí". Sánchez empezaba a estar intrigado con la chica, tanto que hizo el ademán típico del atolondrado monclovita y se anudó la corbata. "Perdón, como sabe soy canaria y uso el usted para hablar. Pero, lo intentaré, aunque no te aseguro nada: dices que eres presidente de todos los españoles y llevas meses hablando con la izquierda radical para conseguir formar una mayoría de gobierno. Mi pregunta es esta: si no se pone de acuerdo con los suyos, ¿cómo pretende dirigir un país?" Sánchez la miró de arriba abajo, algo que Indra, ya habituada, tomaba como una señal de respeto. "Es verdad, no lo has conseguido, sigues sin tutearme", y al terminar sonrió con cierto nerviosismo.

"Ya nos vamos", medió el profesor y convino el jefe de gabinete: "Espero que vuelvan a visitarnos más adelante. Ha sido una experiencia muy gratificante". Sánchez quería decir algo, pero su edecán le cogió fuertemente por la manga y apuntó con su dedo una gruesa agenda. "Otro día, otro día". En aquel momento, mientras se le acercaba un reportero gráfico, de lo que nadie dudaba era que a Indra le quedaba muy poco para convertirse en periodista. "Este es tu premio", y le entregó una foto suya con el Presidente de España. Su primera entrevista.

Juan Francisco Martín del Castillo. Doctor en Historia y profesor de Filosofía

Compartir el artículo

stats