Querido amigo: Román el Guapo era un borrachín que vivía en una casa cueva de Las Medianías de Telde. Los que le conocieron de joven decían que había sido buen estudiante: un tipo inteligente, carismático y deportista que le caía bien a todo el mundo.

Pero su afición a la bebida y las malas compañías acabaron por convertirlo en un indigente. Aún así, seguía siendo una buena persona, y en aquella especie de chabola donde vivía cobijaba a un buen número de perros y gatos con los que compartía hambre, suciedad y necesidades.

A Román le gustaba la cacería. Tenía una escopeta vieja y, con los perdigones que conseguía en la casa de un amigo, se dedicaba a cazar conejos de los que abundaban mucho por aquella zona.

Así que, con lo que cazaba y algunas papas que afanaba en la finca de algún vecino de los alrededores, nuestro personaje se iba manteniendo.

Más difícil lo tenían los perros, que si encontraban algo de comer se peleaban entre ellos hasta llegar a las últimas consecuencias, quedando los más débiles maltrechos por la disputa y acabando por morir de hambre.

Eran muchos perros y gatos los que tenía, pero a todos los conocía por su nombre porque solía ponerles nombres de políticos y personajes públicos a los que, por sus características, asociaba.

Un día que Román se levantó de la cama bajo los efectos de la resaca, fue a por la escopeta y sin pensárselo mucho le metió sendos tiros en la cabeza a Aznar, Felipe González, Juan Carlos, Manuel Moix y Francisco Correa, y después se volvió a meter en la cama tan tranquilo pensando que matando a cinco le daría más posibilidades de vivir a la mayoría de los otros animales, y muerto el perro se acabó la rabia.

Muchas cosas de este mundo se podrían arreglar a la manera de Román el Guapo, Gregorio.

Siempre hemos pensado que matar es una aberración y nos escandalizamos cuando dicen que acaban de asesinar a una persona conocida pero, al mismo tiempo, nos hemos ido acostumbrando a ver todos los días en la televisión que han matado a más de ochenta personas entre niños, mujeres y otros civiles inocentes en el último atentado terrorista con coche bomba.

Antes creíamos que estas cosas solo pasaban en países de lugares lejanos pero, como ya hemos visto, también está pasando aquí en casa y cada día pasará más.

Sobre todo porque son esos cinco los que están aquí con nosotros, los que no reparan en matar si eso les reporta un beneficio económico.

Ellos son los perros con los que tenemos que acabar si queremos vivir como personas, Gregorio. Así que, vete preparando una escopeta y un buen cargamento de perdigones, que cuando vean cómo le ponemos el culo a uno de ellos, vas a ver cómo corren todos montaña arriba como galgos.

Un abrazo, amigo, y hasta el martes que viene.