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sol y sombra

Un país, dos sistemas

En Hong Kong, "un país, dos sistemas", como se ha demostrado, no llega a corolario.1984, el año en que Thatcher y Zhao Ziyang firmaron el acuerdo para que la excolonia británica pasase a integrarse en China, no frenó el mal presagio de lo que podría suceder cuando se arriase definitivamente la Union Jack. En 1997, fecha de la integración, un frío helador recorrió el espinazo de la población acostumbrada a vivir bajo un orden democrático de corte occidental. Casi nadie se creía que la cláusula de derechos y libertades "asegurados por ley" iba a durar. En cualquier caso, los más optimistas sabían que todo aquello pasaría a ser lo que el viento se llevó en 2047 con la entrada en vigor del modelo chino continental que aspira a convertirse en un yugo mucho antes de lo pactado. Una prueba de ello es la ley de extradición que ha desencadenado las nuevas protestas masivas en las calles. El primero que sabía lo que le esperaba a Hong Kong con el nuevo estatus era Chris Patten, último gobernador de la colonia que, días antes de producirse el traspaso, visitó un hospital psiquiátrico, donde un paciente le preguntó cómo un país que se enorgullecía de ser la democracia más antigua del mundo se había prestado a entregar la ciudad a otro con un punto de vista totalmente diferente sobre los derechos y la libertad de los seres humanos, sin antes consultar a los hongkoneses u ofrecerles la posibilidad de salvaguardar su futuro democrático. Uno de los colaboradores de Patten comentó lo extraño que resultaba que el hombre con la pregunta más cuerda de Hong Kong se hallase internado en un centro de salud mental. La pregunta encierra, ahora, algo más que melancolía.

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