El hombre y la tierra tienen que entenderse, y nada mejor que contar con la sabiduría de los mayores para conseguirlo. Desde las administraciones públicas se han impuesto condiciones para el uso de las tierras rurales a miles de personas sin contar con ellas, sin su experiencia, dándose la paradoja de que de sus características saben mucho más que los técnicos que se las van a imponer.

El éxodo rural no se debe solo a esto, pero también probablemente, porque dificulta y complica la vida que han llevado familias enteras desde generaciones. Ellos y sus animales han dependido de los árboles, de sus sombras y de sus maderas, representan la vida misma para ellos, estarían perdidos sin su conservación. Y además los árboles les necesitan a ellos.

La Administración pública en España es un gigante desnortado, la hemos convertido en una burocracia inepta e ineficaz y muchos de los que se han metido en política lo han aprovechado para su beneficio particular. En esta legislatura el Parlamento de Canarias cuenta con diez parlamentarios más. ¿Para apoyar la Sanidad, la Educación el Medio Ambiente, los Servicios Sociales? No, para intereses de los partidos y de las elecciones. Diez contratados para estorbarse aún más de lo que estaban, para no hacer nada de nada, solo aumentar el gasto en favor de una clase privilegiada. El Parlamento de Cataluña lleva varios años sin funcionar, pero todos cobran, y en el de España vamos hacia lo mismo.

La clase política ha triturado a la clase media española, suplantándola, tanto en la generación de riqueza como en la educación, en la formación, en las capacidades necesarias para optar a un puesto de trabajo digno lleno de contenido, de responsabilidades, de exigencias. Las grandes decisiones políticas afectan directamente al éxito o fracaso de una sociedad, y nuestra sociedad española está quebrándose cada vez más por la ineptitud de los que nos gobiernan, que toman las decisiones para todo un pueblo como si fuese su predio particular. Para ser un responsable político de cualquier nivel, desde el más alto hasta el mas humilde, solo hace falta pertenecer al partido que manda, y además ser obediente, sin importar la formación, la capacidad, la aptitud, y lo que agrava más la situación ni la ética ni la moral.

Se han alzado muchísimas voces, de gente humilde y de grandes personalidades, que han pedido un cambio de dirección en la clase política, una reducción del aparato público inservible, la contratación de personal político y público con formación para los puestos, pero todo ha sido en vano porque son los mismos políticos los que tienen que provocar ese cambio y no les interesa en absoluto. Sin este cambio será imposible dar soluciones a los intereses de nuestros pueblos.

En los últimos días hemos vivido en Gran Canaria un verdadero infierno. Leía en LA PROVINCIA un testimonio desgarrador de la pareja de la Quesería del Galeote, cinco años sin un día de descanso para perderlo todo en tres días. Familias que al perder su finca, o su casa, o su terreno, se les arrebata gran parte de su vida. Nuestra isla ha perdido gran parte de su belleza. Una amiga inglesa que vive en Maspalomas desde hace años me decía que lo que no entendía de los canarios es que se ponían a llorar por su isla cuando llega un incendio, que a los dos meses lo olvidaban, y que al año siguiente se ponían a llorar otra vez para repetir ese ciclo sin hacer nada eficaz para remediarlo.

Lloremos por última vez a Gran Canaria. Y a todos los pueblos de España. Para no extenderme me remito a los artículos publicados en LA PROVINCIA por Tristán Pimienta y por Juan José Benítez de Lugo. Ellos dan la clave de las soluciones. El problema está en quienes pueden dar el paso civil para exigirlo de verdad, no solo como opinión, como exigencia de basta ya.

Agustín Santana. Empresario