La de hoy es una jornada feliz y además, la confirmación de una tendencia que nos complace. Por segundo año consecutivo, un africano se hace acreedor del premio Nobel de la Paz: el primer ministro etíope Abiy Ahmed sucede al cirujano congoleño Denis Mukwege y recibirá uno de los galardones más preciados a nivel internacional en Oslo el próximo 10 de diciembre. Le han precedido Albert Lutuli, Mohamed Anwar Al-Sadat, Desmond Tutu, Nelson Mandela, Frederik De Klerk, Koffi Annan, Wangari Maathai, Mohamed El-Baradei, Ellen Johnson-Sirleaf, Leymah Gbowee y el propio Mukwege. Un puñado de personas especiales que han contribuido a un mundo más justo, digno, pacífico y habitable para todos y que logran que disfrutemos de una de esas raras ocasiones en las que África no es sinónimo de desastre en los medios.

Abiy Ahmed se merece, indudablemente, este premio. A sus 43 años, el jefe de Estado africano más joven del continente ha revolucionado el panorama político de su vecindario en apenas un año de oficina. Hoy se le reconoce su apuesta por la paz, ejemplificada en el acuerdo firmado con Eritrea y la mediación en la crisis de Sudán, además de sus avances en la pacificación de su propio país, dividido por crisis como la de los oromo o los ahmara.

Sin embargo, aprovechamos la ocasión para subrayar también su apoyo indefectible al multilateralismo que representa la Unión Africana, sus reformas económicas abocadas a paliar la tremenda desigualdad de Etiopía y, sobre todo, la paridad de su gobierno, con la mitad de las carteras ocupadas por mujeres y los nombramientos como presidenta del país de Sahlework Zewdwe y como presidenta del Tribunal Supremo de la abogada feminista Meaza Ashenafi.

Abiy Ahmed ha logrado hacer que Etiopía respire un aire nuevo y fresco, aunque todavía es indudable que, en tan poco tiempo de gobierno, le quedan muchos retos por delante. Sin embargo, hoy es el momento de celebrar sus logros y mostrarle nuestro apoyo en el camino que ha emprendido.

No era fácil ni esperable que en cuestión de apenas unos meses pusiera fin a cerca de dos décadas de tensión y desencuentros con Eritrea ni que permitiese la apertura de las fronteras, el restablecimiento de los vuelos entre ambos países y la consecuente reunificación de tantas familias separadas por el conflicto. Tampoco le ha temblado el pulso al liberar a miles de presos políticos y poner punto final al estado de emergencia en el que se ampararon gobiernos previos para cometer violaciones de los derechos humanos.

Etiopía es, hoy, uno de los países que abanderan esta nueva África en profunda transformación. Líder de la incipiente industrialización en el continente y con una apuesta clara por la innovación, el país está haciendo esfuerzos para mejorar el clima de negocios y se ha decantado firmemente por la nueva zona de libre comercio africana, siendo además el territorio que acoge la sede de la Unión Africana. Este premio es también un mensaje de apoyo a esta nueva savia que recorre el continente africano y que tiene ante sí un reto enorme: ser valiente y tomar decisiones audaces para responder a la inquietud de tantos jóvenes, cada vez más, que buscan oportunidades y un futuro.

José Segura Clavell. Director general de Casa África