Hace años, como 20 o así, le hice una pregunta trampa -lo confieso públicamente- a alcaldes y concejales de Las Palmas de Gran Canaria con motivo de la moda de las peatonalizaciones indiscriminadas que se acometieron en varias y tercas fases en la ciudad, entre las calles de Franchy y Roca y La Naval/Juan Rejón.

¿En qué se parecen, o mejor, que une a empresas tan fieramente competidoras y a veces hasta antagónicas como Leroy Merlin y Carrefour, Ikea y Alcampo, Hipercor y la mayoría de las franquicias de Inditex; o Makro y Decathlon, Eroski y Brico Depot, o Mercadona e Hiperdino... Solían poner cara de mi no entender, y hasta una alcaldesa me dijo si le estaba tomando el pelo, hasta que yo les desvelaba el secreto: todas estas superficies comerciales, que se estaban convirtiendo en verdaderos polos de centralidad urbana y generadores de riqueza para el entorno, tenían una característica común: aparcamientos gratuitos. Insisto: Gra-tui-tos.

Como dicen los norteamericanos, no parking no bussines. Y al menos en la capital grancanaria esto se ha demostrado, por desgracia, como una gran verdad.

A ver quién niega que el comercio de la zona de Santa Catalina-Puerto se ha trasladado a Las Arenas, que la población local joven, es decir, la que necesitaba utilizar vehículo propio, emigró en masa a la costa de Telde, a Arucas y a Tamaraceite-San Lorenzo y Siete Palmas-La Minilla.

Cuando trabajan marido y mujer, el alquiler de dos plazas de aparcamiento privado casi les cubre, con la mensualidad del piso, el importe de la hipoteca.

Más de 400 comercios cerraron sus puertas; las viviendas desalojadas, o aquellas en que iban muriendo de vejez sus inquilinos, iban siendo ocupadas por inmigrantes irregulares, sin coche, o por jubilados que regresaban al barrio donde nacieron y fueron jóvenes. El declive se ha mantenido como tendencia, hasta la aparición del fenómeno del alquiler vacacional.

El empeño de hacer experimentos con temas serios, y no con gaseosa, como aconsejaba Eugenio D'Ors, ha producido una serie de secuelas en Mesa y López y su área de influencia. La metroguagua sin duda aumentará la conectividad, el uso del transporte público colectivo... pero aunque sean tres módulos no son los Reyes Magos.

En la ciudad competían, y están compitiendo, dos modelos antagónicos: los centros comerciales cerrados y los abiertos. Van ganando terreno los cerrados por goleada, porque cuentan con aparcamientos gratuitos. Los abiertos han fracasado, hasta tal punto que han dado paso a la gentrificación, o elitización de grandes zonas de las que se expulsa a la clase media y a las pymes.

Triana -no sé si lo recuerdan- no recuperó su dinamismo hasta que la Circunvalación le robó el tráfico a la autovía de acceso por el Centro. Convertida en una calle de servicio, utilizada sólo por una parte de los vecinos de El Batán, San Roque y Lomo Blanco, y por los traba

jadores de las tiendas y bares y restaurantes de Triana-Vegueta, se ha venido utilizando como gigantesco aparcamiento gratuito, en los arcenes, con gran cabreo de los párquines privados.

Entre 800 y 1.200 vehículos aparcan tanto en los carriles de entrada como salida y en las calles adyacentes. La hilera metálica multicolor llega longitudinal y radialmente desde Obispo Codina hasta la antigua cárcel de Barranco Seco.

Desde hace años, mal o interesadamente aconsejados, ora el Cabildo Insular, ora el Ayuntamiento -con el concurso necesario de algunos técnicos visionarios que quieren dejar huella a pisotones- han manejado la idea de "hacer algo" para unir Triana con Vegueta. Además de la obsesiva bicicletización sin bicicletas. Unir lo que la geografía y la historia separó, aunque esa 'separación' sea más una diarrea mental y una sobredosis de esnobismo urbanístico que una realidad. Separados estuvieron los dos barrios históricos hasta que el enterramiento del barranco permitió la conexión.

En fin, otra obra innecesaria, el clásico diálogo entre lo bueno y lo mejor. Cuando todo el mundo asume que la prioridad es preparar a la ciudad para los efectos del calentamiento global, responder al envejecimiento de la población con la construcción de centros de mayores para atender la enorme demanda y hacer economías ante la crisis que se avecina, pues vuelve la excentricidad como cortina de humo. La idea del bulevar, naturalmente con su carril bici, que suprimirá cientos de plazas en los arcenes, ¿a quién beneficia? Aaamigo.

Lo lógico sería empezar como aconsejan los manuales de urbanismo y en su ausencia los de sentido común: preparando un gran estacionamiento gratuito o de bajo coste, como el de El Rincón.

Por algo similar a lo que se pretende hacer en el ex Guiniguada, es famoso el barrio del Gamonal en Burgos. En agosto de 2005 y en enero de 2014 dos proyectos muy parecidos, que eliminaban cientos de aparcamientos en las calles, provocaron graves y violentos altercados. Al final el Ayuntamiento tuvo que rendirse y dar marcha atrás.

Si no encuentran gaseosa para los experimentos, háganlos con agua de Firgas. O con un chupa chups.