La Provincia - Diario de Las Palmas

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TROPEZONES

Todos y todas (I)

No hace mucho se expresó el popular escritor y académico de la lengua Arturo Pérez Reverte en los siguientes términos, en alusión a un informe de Ignacio Bosque sobre sexismo lingüístico en textos institucionales: "...por fin se planta cara al intolerable matonismo casi indiscutido de las ultra- radicales feminazis".

Resulta bastante obvio que la reciente pandemia del lenguaje (mal) definido como inclusivo ("funcionarios y funcionarias"), derivado de los esfuerzos por visibilizar a la mujer en el lenguaje y neutralizar el androcentrismo (machismo en román paladino) del castellano ha acabado convirtiéndose en un tema muy polarizado y hasta envenenado. Tal vez por ello merezca una reflexión; y ante su complejidad, ¿Por qué no un tratamiento en dos entregas?

Creo que es necesario asumir de entrada que la estructura del idioma castellano adolece de pecados androcéntricos. El hecho de que la gramática nos ponga en guardia en tanto por ejemplo "los niños" haya de considerarse en ocasiones como un sustantivo genérico, o neutro, o sea que abarca los dos sexos, y que ha de entenderse por ello como "los niños y las niñas" no resuelve el problema. ¿Cuándo ha de entenderse que "niños" se refiere a toda la grey infantil, y cuándo sólo a los infantes varones? Porque es éste un dilema propio del castellano. Por seguir con el ejemplo, el alemán tiene un sustantivo para niño ("knabe"), otro para niña ("mädchen") y otro para el genérico de ambos ("kinder"). El inglés lo mismo: "boys", "girls" y "children". Los lingüistas me argumentarán que no hay que confundir género con sexo, pero es que da la casualidad que para el genérico se ha escogido el masculino, con lo que una niña está abocada desde su infancia a lidiar con un idioma que está sesgado a favor del hombre. A mí el argumento del lingüista que propone desligar el genérico del sexual me recuerda la advertencia del juez a los miembros del jurado: "No tendrán Uds. en cuenta las declaraciones del último testigo". Es fácil decirlo, pero todos sabemos que en el disco duro del jurado está ya para siempre grabado el "testimonio improcedente" que no han podido evitar escuchar. Y es cierto que la costumbre y el uso continuado convierte en natural el uso del masculino como genérico, e incluso las mujeres han adoptado estos "ojos masculinos" y saben descontar la carga sexual de ciertas palabras masculinas "neutralizadas" a fuer de ser utilizadas como genéricas,

Lo cual no impide, que como la psicología ya ha estudiado, "el proceso de exclusión de la identidad femenina y de tener que semi-esconderse en las formas masculinas causa en las mujeres un proceso de alienación y de pérdida de identidad".

Ahora bien, ¿qué ha tenido que ocurrir para que este sesgo androcéntrico, aceptado y cuasi asimilado hasta ahora por la sociedad en general se haya convertido en el enfrentamiento que airean las palabras de Pérez Reverte?

Pues aunque este artículo no está para repartir culpas, yo creo que en esencia ha sido un intento por una parte de la sociedad de apropiarse de un agravio, exagerándolo y radicalizándolo, para terminar utilizándolo como arma arrojadiza en la lucha partidista. Y en los casos de algunas organizaciones feministas secuestrando en exclusiva dicho atentado, como bandera de enganche en su enfrentamiento al machismo, supuesto causante de este y otros múltiples presuntos atropellos.

... (continuará)

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