La Provincia - Diario de Las Palmas

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Apuntes

Malos humos sin pies ni cabeza

Las Palmas de Gran Canaria es una ciudad contradictoria. Con frecuencia sus autoridades, las fuerzas vivas y hasta las muertas, y los grupos de influencia económica plantean una cosa y su contraria. Y puestos ahí ya es cuestión de suerte o de la Providencia que lo que gane no sea la ocurrencia.

Por ejemplo: el Ayuntamiento, como todo buen converso, se ha trastornado para convertir al municipio en una referencia europea en materia de lucha contra el calentamiento global; aunque ello ha dado lugar a otro calentamiento de diferente naturaleza por parte de muchos ciudadanos.

Los carriles bici son la nueva gran novedad. Estarán encantados los vendedores de pintura. Han ocupado aparcamientos gratuitos, han estrechado las calzadas, incluso en las calles vertebrales, creando nuevos problemas de tráfico y movilidad. Algunos técnicos no entienden que el coche sobrevivirá, sencillamente porque a la gente le da la gana. Será a vela, con placas solares, híbrido, eléctrico... pero convivirá con el transporte colectivo, como la radio convive con la televisión, el periódico en papel está conviviendo con el periódico digital, y como el poliéster convive con la lana y el algodón en las prendas de ropa.

Hay demasiadas iniciativas, animadas de la mayor buena voluntad, pero con harta frecuencia contradictorias. La Audiencia de Cuentas de Canarias en un sustancioso informe concluye que en el Archipiélago no hay una estrategia frente al cambio climático. Aunque mejor y más exacto me parece que lo que hay son demasiadas estrategias, cada una de su padre y su madre, y frecuentemente simples disparates.

Hay muchos casos prácticos: las instituciones quieren promover la zona comercial abierta de Triana-Vegueta, y las mismas instituciones la hacen inviable suprimiendo más de mil aparcamientos gratuitos en la ya en desuso autovía de acceso por el Centro. Tanta inconsistencia, cuando no incompetencia empieza a ser sospechosa. Lo mismo que la destrucción del Castillo de Mata, pues no se puede conservar el patrimonio monumental e histórico y a la vez demolerlo y sustituirlo con maderas de pega, aluminios y aceros y hormigón visto.

Otro ejemplo, pero este en realidad un peligro público, es el enésimo proyecto engañabobos para poner chimeneas en el Puerto. Hace poco fue una planta de biomasa que, aparte de olvidar que la madera que necesitaba tenía que venir de América y África (porque en Gran Canaria no había masa forestal sino para unas horas de funcionamiento de los quemadores), y por lo tanto era un coladero de especies invasoras agazapadas en los troncos, ignoraba la existencia de los vientos alisios característicos del clima canario.

Documentados informes de la Dirección General de Salud Pública demostraban que los vientos del norte expandirían cantidades ingentes de contaminantes y tóxicos, como óxidos de nitrógeno, dióxido de carbono, monóxido de carbono y dióxido de azufre... además de partículas diversas, sobre la conurbación metropolitana, por una enorme chimenea de 60 metros de alto.

Había pues dos inconvenientes: la ausencia de la biomasa necesaria y la ubicación.

Como en dos años el clima no ha cambiado, y el Norte seguirá en el norte y el Sur en el sur, los alisios seguirán soplando con sus clásicas variaciones de un poco al noroeste y otro poco al nordeste. Un abanico suficiente para poner en peligro la salud de cientos de miles de personas.

Pero, olvidando de dónde viene el viento, y por dónde se va, digan lo que digan Trump o el FMI, ahora unos inversores, y los habituales coros y danzas, están empeñados en poner una planta de gas... en el mismo solar y con una chimenea parecida.

La disculpa es que el puerto necesita depósitos de gas licuado para atender a los buques que, cada día más, utilizan ese combustible, mucho menos contaminante que el fuel. No hay duda de ello. Además, como me dijo un alto cargo de Bruselas, la Unión Europea necesita contar con depósitos estratégicos de gas licuado en una serie de puertos fuera del territorio continental pero cerca de él para prever cualquier eventualidad crítica.

Lo que puede ser grave viene a continuación: aprovechando la ocasión (y las subvenciones), y como supuestamente solo el almacenamiento no es rentable, poyaque estamos aquí vamos a aprovechar la oportunidad y generar electricidad. Lo que ocurre es que esa generación vierte lo mismo que vertería la planta de biomasa menos los óxidos de azufre. El peligro sanitario es el mismo. Lanzaría un millón de kilos de CO2 al día.

Ya no es tiempo para el gas, excepto para los barcos, que lo usan licuado, porque por ahora los mercantes, los portacontenedores, los ferris... no pueden navegar a vela, ni con placas solares o molinos de viento a bordo, ni a remos como los romanos, griegos y vikingos, porque son muy grandes y pesados.

Por otra parte, siendo cierto que el gas es menos contaminante que el fuel, puede aceptarse que provisionalmente, hasta contar con suficiente energía renovable, las centrales de Mar Fea y Juan Grande incorporaran gas para sustituir fuel... Pero poner gas ex novo en vez de aerogeneradores y huertos solares es caminar para atrás.

El Puerto tiene que tener claro que no puede ser un peligro para la ciudad, y la ciudad tiene que tener claro que siempre que hay dinero y subvenciones por medio hay paparruchas que lo acompañan.

En plena crisis climática, cuando estamos decidiendo el futuro de la humanidad, están prohibidas las ocurrencias.

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