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solo será un minuto

Donald Trump quiere amordazar a la prensa

Allá por 1862, un periódico estadounidense llamaba al presidente Lincoln "incapaz e imbécil vacilante". Otro diario le definía sin piedad como "el orangután de la Casa Blanca". Ni más ni menos. Lincoln no se quejó de aquella virulencia disparada desde la prensa hostil. Tampoco ordenó represalias: era de esos dirigentes políticos que consideran esencial para la democracia una opinión pública sin mordazas, una libertad de prensa sin ataduras.

Donald Trump no es Abraham Lincoln. Evidentemente. El actual inquilino de la Casa Blanca está a años luz del hombre que puso fin a la esclavitud, entre otros muchos logros. De integridad robusta, nobleza de miras infatigable y defensor a ultranza de los derechos de las minorías, Lincoln nunca hubiera tomado muchas de las decisiones populistas e injustas con las que Trump oscurece su mandato presidencial día a día, jactándose luego de ello en las redes sociales como si de un influencer desbocado se tratara. La última de ellas: cancelar las suscripciones de la Casa Blanca a dos periódicos que no le bailan el agua sucia: The New York Times y The Washington Post. Una decisión que amplía, además, a todas las agencias del Gobierno.

La pataleta de niño malcriado de Trump es justificada por su portavoz con criterios económicos: ahorrar cientos de miles de dólares de los contribuyentes. Pero fue el propio Trump quien dio la verdadera razón días antes, cuando adelantó a su querida y amistosa cadena Fox News que estaba valorando tomar esa medida contra el New York Times: "Probablemente vamos a terminar (la suscripción) y la del The Washington Post. Son noticias falsas". Demuestra Trump con esta decisión que atenta sin pudor contra la libertad de prensa su nerviosismo ante las informaciones sobre la supuesta injerencia del Kremlin en las elecciones presidenciales de EE UU. Unas informaciones que, tratándose de dos medios de contrastada e histórica profesionalidad, se cimentan sobre un trabajo contrastado y veraz. La historia les avala.

Furioso y sin control, Trump recurre a las ocurrencias para intentar desprestigiar a los medios. Al diario neoyorquino lo califica de "fracasado New York Times" (cuando, en realidad, es un diario que ha convertido en exitoso modelo de negocio su apuesta por las suscripciones en su edición digital), y llama "Amazon Washington Post" al periódico que tiene ahora como propietario al fundador de Amazon, Jeff Bezos. Frente a los tijeretazos de Trump, que multiplica sus pisotones a medida que se acerca el horizonte de las elecciones y la sombra de un posible impeachment, los hechos: los dos periódicos ganaron en 2018 un premio Pulitzer por su cobertura sobre la llamada "trama rusa". Y un Pulitzer no se lo dan a cualquiera. Trump intentó, en otro alarde de intolerancia y obsesión censora, que se retirara el galardón. Si leyera más y mejor, quizá podría recordar lo que escribió en su día el mismísimo Joseph Pulitzer: "La prensa libre debe abogar siempre por el progreso y las reformas. Nunca tolerar la injusticia ni la corrupción. Luchar contra los demagogos de todos los signos. No pertenecer a ningún partido. Oponerse a los privi-legios de clases y al pillaje público. Ofrecer su simpatía a los pobres y mantenerse siempre devota al bien público". Seguro que Trump, de haber vivido en aquellos años, hubiera gritado: ¡Que le corten la suscripción!

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