La Provincia - Diario de Las Palmas

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SOL Y SOMBRA

El juego de las diferencias

Al final, las diferencias entre el viejo bipartidismo y la nueva antipolítica de bloques se resume en la ingobernabilidad de un país. O, si lo prefieren de esta otra manera, en el bloqueo.

El PSOE y el PP han coincidido en su mensaje: la concentración del voto. Antes las campañas se concretaban en las ofertas -el método tómbola funcionó durante décadas- ahora, sin embargo, se reducen a un relato que tiene como objetivo neutralizar al adversario. Pero, al contrario de lo que sucedía en la era bipartidista, el adversario no es uno, se reparte en las diferentes facciones a izquierda y derecha. Son todos contra todos.

Los propios electores se han desentendido de los programas, solo quieren saber si fulano es capaz de ganar a mengano en un debate televisivo de encefalograma plano, o mengano a zutano. Todo esto es fruto de la inmadurez y de la ramplonería más absolutas. Los candidatos no debaten, algunos, como es el caso de Pedro Sánchez, no responden a las preguntas que se plantean cuando simplemente se requiere decir sí o no. Otros, como Casado, hablan de entrar en la casa de los electores para mirarles a los ojos. Los llamados minutos de oro son una pérdida de tiempo y se convierten en minutos de la basura.

El Gobierno ha renunciado a actuar en asuntos que afectan a la vida de los españoles y al orden público por si repercute negativamente en la intención del voto. Los ciudadanos, por lo general, no confían en la militancia pero se sienten atrapados por ella en la refutación ideológica; dentro de poco ni siquiera los militantes confiarán en sus dirigentes. Conviene hacerse a un lado para no contagiarse.

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