Ayer se aprobó una moción de apoyo (una más) al Círculo de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife en el pleno del Cabildo insular. Hace aproximadamente un año -en un gesto de humor negro- el Ayuntamiento de la capital había hecho algo por el estilo. El Círculo de Bellas Artes permanece cerrado desde septiembre de 2018 por orden de la Gerencia de Urbanismo. Inicialmente se argumentó por parte del responsable político de la Gerencia -creo que se llama Tarife- que la pequeña cafetería del primer piso no tenía licencia para dispensar su servicios, y como se entendía que la actividad de la cafetería era una suerte de concesión del Círculo de Bellas Artes y correspondía a la entidad la responsabilidad administrativa pues se cerraba todo y en paz. Podían haber cerrado la cafetería y punto, pero Tarife, me parece que se llama, debió entender que su obligación era un cumplimiento estricto en la aplicación de la normativa. Esta estúpida situación se agravó cuando las inspecciones técnicas municipales descubrieron que el edificio que alberga el Círculo de Bellas Artes -con más de sesenta años- no cumple las normas de seguridad aprobadas en el siglo XXI. Lo mismo ocurre con otros inmuebles en pleno uso en la calle del Castillo y en la plaza de La Candelaria y sus inmediaciones y que no han sido molestados tarifescamente por políticos de zafia ignorancia que en privado han comentado que eso del Círculo era una cueva sospechosa e incomprensible de rogelios acoalicionados o de coalicioneros enrojecidos que no interesa a absolutamente a nadie. Lo que ha empezado por lo que nunca debió pasar de una sanción administrativa se ha terminado convirtiendo en una sentencia de muerte en vida para la entidad.

El coste de las obras para adaptar las condiciones del Círculo a la normativa de seguridad se elevan a unos 600.000 euros aproximadamente: una cantidad que la sociedad no puede abonar, porque no dispone de liquidez ni de bienes enajenables. Entretanto uno de los centros culturales más activos e identificables con la historia contemporánea de Santa Cruz de Tenerife sigue prácticamente cerrado, y como apenas puede realizar actividades, ¿por qué los socios deben sentirse en el deber de seguir pagando sus cuotas? El pasado 23 de octubre se mantuvo una reunión prometedora entre el viceconsejero de Cultura, Juan Márquez, la alcaldesa de Santa Cruz, Patricia Hernández, y la consejera de Cultura del Cabildo, Concepción Rivero. Abundaron las buenas palabras y se expusieron algunas propuestas de colaboración, pero nunca más se supo. Y ahora llega esta moción de la corporación insular, que incomprensible, estúpidamente, no apoya CC. Y no porque ya basta de mociones para seguir blanqueando su puñetera ineptitud -en esta "se convoca" a los mismos tres agentes institucionales que el pasado mes- sino porque Coalición no estaba de acuerdo con la presencia o la ausencia de un parrafito...

El Círculo de Bellas Artes sobrevivió a Primo de Rivera, a Francisco Franco, a una posguerra de fusilamientos, miseria y hambre, a la tenaz oligofrenia de una política cultural pesebrista y subvencionera, a la propia decadencia de las bellas artes como institución social, pero no podrá salir vivo de manos de esta gente espantosa, de sus reuniones, sus comunicados de prensa, sus mociones institucionales y sus repulsivas mojigangas.