La Provincia - Diario de Las Palmas

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¡Aúpa fusión!

SSupongo que muchos de Uds., como yo, estarán hasta el gorro de escuchar todas las calamidades que nos anuncian con el cambio climático, algunas todavía evitables, pero muchas desgraciadamente ya irreversibles: subidas del nivel del mar, tragándose archipiélagos enteros, sequías inimaginables, acompañadas de inundaciones bíblicas y las consecuentes hambrunas, movimientos migratorios incontrolados y conflictos sin fin.

Pues bien, yo quisiera abrir una ventana de esperanza gracias no sólo a las energías reno- vables que aunque en auge exponencial no llegarían a tiempo de evitar el desastre, sino a un proyecto ya en marcha, hoy día el mayor de la Tierra, que con su disponibilidad de energía ilimitada nos salvará, por lo menos a nuestros hijos y nietos, de las catástrofes anunciadas, "recreando en la tierra el corazón de una estrella".

Se trata del proyecto ITER (Reactor Termonuclear Experimental Internacional), una gigantesca empresa en la que participan 35 países, de Europa, China, Rusia, Corea del Sur, Japón, la India y los EEUU, con un presupuesto aproximado de 24.000 millones de euros.

A diferencia de los reactores nucleares en funcionamiento, la generación de energía no se produce por la fisión, sino por el proceso de fusión termonuclear, con un balance energético fenomenal, y sin las contraindicaciones de la fisión -escasez de uranio, residuos radioactivos o aprovechamiento del plutonio residual para fines bélicos.

La idea vino a alumbrarse ya a mediados de la década de los 80, sin haberse llevado a cabo sino modestos ensayos en los llamados Tokomak, ingenios rusos parecidos a un dónut en el interior de los cuales a altas temperaturas y presión se conseguía la fusión de dos partículas ligeras en una más estable, con liberación de ingentes cantidades de energía. Que no cunda el pánico: la explicación científica es sencilla, y la viabilidad de sobra acreditada en el proceso similar de fusión en el sol y gracias al cual nos lleva calentando desde hace millones de años. Cuando se consiguen fusionar dos núcleos de hidrógeno en uno solo resultante de helio, al ser el último menos de la suma de los otros dos se pierde algo de masa, que es la que se transforma en energía. Con lo cual verán que la conocida fórmula de Einstein E = mc2 nos viene al pelo. La pequeña cantidad de masa m que perdemos en la reacción se transforma en energía E, y en una proporción brutal, al multiplicarse por la velocidad de la luz, c, al cuadrado. (Simplificando un pelín, no lo niego).

Lo que ocurre es que la complejidad del proyecto ITER y su lento desarrollo ha despertado mucho escepticismo, y alguna boutade: "Para la fusión faltan unos 30 años. Y siempre será así". Pues olviden estas palabras y tomen nota de los plazos de ejecución de la gigantesca planta cuya construcción en Caradache, en el sur de Francia, va ya muy avanzada.

2025; primera prueba de plasma a 150 millones de grados en un supertokomak de 23.000 tons,

2035; arranque del proceso de fusión que con un gasto energético de 50 MW producirá 500 MW, con la llamada "ganancia Q", un factor de 10, mejorable en el futuro.

2050; puesta en marcha de la explotación comercial de los procesos de fusión.

Como ven no andaba descaminado Lev Artsimovitch, uno de los pioneros de la fusión termonuclear, cuando solía afirmar: "La fusión estará lista cuando la sociedad la necesite".

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