La Provincia - Diario de Las Palmas

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miren a ver

Antonio Cacereño

Hace unos cuantos buenos años

La eclosión de Román Rodríguez en la política autonómica se produjo a mitad de la década de los 90 justo cuando llegué a LA PROVINCIA procedente de la radio y de la Agencia Efe, todavía antes de la fusión con Diario de Las Palmas. Primero le recuerdo como alto cargo de la Consejería de Sanidad y luego como director general del Servicio Canario de la Salud ante la ingente tarea de gestionar inversiones por valor de 50.000 millones de las viejas pesetas para poner al día las infraestructuras sanitarias de la región. Fueron los años de grandes avances en materia de hospitales y de un importante impulso a los centros de salud.

La cuestión no era baladí. Así lo demostraban las plegarias de los responsables de Educación Pepe Mendoza y Marino Alduán, que también contaban con varios miles de millones para invertir, pero que se las veían y deseaban para conseguir suelos e impulsar los expedientes, contratos y adjudicaciones proyectadas en su área.

Aquella buena fama en la gestión, imposible sin la construcción de unos mínimos equipos de trabajo que tanto se echaban y hasta hoy se echan de menos en las fuerzas políticas de Gran Canaria, propició que por carambola se convirtiera en 1999 en presidente del Gobierno de Canarias a propuesta de consenso de Lorenzo Olarte. Un caramelo envenenado que buscaba perjudicar la alianza entre el inolvidable Adán Martín y José Carlos Mauricio para regir los destinos de CC.

Tras pasar el examen de las vacas sagradas de ATI fue cabeza de cartel a las elecciones. Se impuso con holgura a un PSOE liderado por Jerónimo Saavedra. Fueron años de compleja convivencia con su vicepresidente Adán Martín, de cierta bicefalia, de tiras y aflojas. Después de las siguientes elecciones, en 2003, cuando debía producirse la alternancia y Adán Martín ser presidente y Román Rodríguez vicepresidente con la Consejería de Economía y Hacienda todo saltó por los aires.

Recuerdo aquel sábado en el hotel Mencey. Su hombre fuerte en la comunicación, José María Noguerol, recibió desde la sala donde estaba reunida CC un sms que decía 'Se va a votar', lo que significaba que habría vencedores y vencidos, que no habría consenso y que habría ruptura.

Luego vino la travesía del desierto, atenuada por el constante apoyo de Carmelo Ramírez, el inseparable Pedro Quevedo, algunos otros leales y las alcaldías grancanarias de lo que vino a denominarse como Nueva Canarias. Han pasado desde entonces unos cuantos buenos años.

Hace unos meses el vicepresidente acudió a LA PROVINCIA / Diario de Las Palmas para en un interesante ejercicio de transparencia explicar al director, subdirector, redactores jefes, jefes de sección y varios redactores los presupuestos de 2020 ahora en vigor. Los primeros inspirados por un grancanario. Allí se habló creo yo con mucho rigor.

Resulta buena carta de presentación ese rigor a la hora de abordar las cuentas, aunque luego ya se verá, pero me recordó a su llegada a la Presidencia del Gobierno de Canarias en 1999 y la minicrisis apenas alcanzar el cargo por los nombramientos en la Audiencia de Cuentas, Consejo Consultivo y otros órganos técnicos destinados a la vigilancia de la actividad de la Comunidad Autónoma. Entonces Román Rodríguez defendía rigor técnico frente a simpatías políticas y los popes de su propio partido le impusieron las simpatías políticas.

Se perdió en aquella ocasión otra buena oportunidad de avanzar en la mejora de la calidad de la democracia. El deseo ahora es que todo le pueda ir mejor y así tal vez todos podamos salir ganando. Canarias lo agradecería.

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