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al azar

El Rey también (se la) juega

El párrafo más malhumorado del mensaje navideño de Felipe VI describía un país en vísperas de "que el Congreso otorgue o deniegue su confianza al candidato propuesto para la presidencia del Gobierno". ¿O deniegue? Equivale a mencionar la soga en casa del dos veces derrotado. ¿Y "propuesto" por quién? Aun admitiendo que un Rey precavido vale por dos, esa duplicidad es inconveniente en figura tan singular. La alternativa de "denegar" era improcedente en un discurso minucioso, tampoco se debió derramar la responsabilidad entera sobre el candidato. Aitor Esteban corrigió estas distorsiones en la mejor intervención de la investidura, al recordar a la derecha que el jefe de Estado del que se habían apropiado avalaba a su odiado Sánchez.

El Rey también (se la) juega. Lleva dos presidentes del Gobierno en cinco años, a un ritmo que le permitirá superar en breve los catorce primeros ministros de su tía Isabel II de Inglaterra. Paradójicamente, la vigencia de la Zarzuela depende de un alargamiento del intervalo entre investiduras, en especial ahora que los tribunales de la Unión Europea han devaluado los juramentos tan hispánicos. Como proponente del candidato, Felipe VI todavía no ha auspiciado una legislatura completa. Su único investido "propuesto" hasta ahora, Rajoy, se despeñó en una moción de censura. La pasajera fisura entre Sánchez y Felipe VI recuerda que operan en condiciones límites, el primero por devoción y el segundo por obligación. No existe ninguna otra persona que pueda interpretar el papel del Rey, ni ningún otro papel que pueda interpretar el Rey. Reposa en la sutileza de que sus conciudadanos respeten debidamente el cargo sin desearlo. Sin embargo, es ilusorio aislar a la monarquía del clima de urgencia improrrogable que se ha adueñado del país. Omitir la implicación del jefe del Estado, que no puede jugar a la disyuntiva "otorgue o deniegue", es tan leal como letal fue para Juan Carlos I. La teleserie The Crown aporta la sorpresa de que la monarquía no se resiente al narrarla con naturalidad.

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