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Política exterior

La política exterior de cualquier país la marca su presidente. Por más que exista un ministro encargado de los asuntos con el extranjero, no sólo debe ajustarse al criterio que le viene de arriba sino que es el propio presidente quien lo elige. ¿Cómo no habría de dirigirle luego? Así que la excusa oficial dada por la Moncloa para justificar que fuese la ministra de Exteriores, Arancha González Laya, la encargada de recibir al presidente interino de Venezuela, Juan Guaidó, no cuela. La verdadera pregunta es por qué razón no fue el propio Pedro Sánchez quien le abrió las puertas siguiendo el ejemplo de Alemania, Francia y el Reino Unido.

El misterio crece porque acaba de aparecer la noticia de que fue el propio Sánchez quien, en su día, presionó a los presidentes del resto de Europa para que reconociesen a Guaidó como presidente interino, dando la espalda a Maduro. Que ahora sea España el único país importante que se aparta de esa estrategia llama la atención aunque, quizá, no tanto como la torpeza de los servicios de Comunicación de la Moncloa dando como excusa que Pedro Sánchez tenía que asistir a los premios Goya.

Ese incidente que Guaidó ha querido minimizar -ya sea por educación o por conveniencia- se une al bochorno causado por el encuentro entre la vicepresidenta de Venezuela y el ministro Ábalos en Barajas contraviniendo la prohibición expresa de la UE sobre la entrada de numerosos dirigentes del régimen chavista. ¿Qué ha sucedido para que de una postura por completo opuesta a la dictadura de Maduro se pase a la de beneficiarla?

La circunstancia diferencial obvia es la presencia de Podemos en el Gobierno y la relación que mantiene el partido de Pablo Iglesias con el chavismo. Pero esa explicación sólo se sostendría si es Podemos quien dicta la estrategia gubernamental, lo que, en teoría al menos, no es el caso. Así que hay que volverse al propio PSOE y a las evidencias que ligan al expresidente Zapatero con Maduro ejerciendo, de hecho, en su principal valedor. Evidencias que se unen al escándalo de los muchos millones recibidos de la empresa estatal petrolera venezolana por quien fue en su día embajador de Zapatero, Raúl Morodo. Como se ve, no es necesario remontarse a los evidentes lazos de Podemos con el régimen chavista porque también en el PSOE aparecen intereses oscuros. Lo que queda por explicar es por qué Sánchez ha pasado de formar parte del socialismo antichavista a unirse al que representa Zapatero. Es de esperar que pronto o tarde se sepa.

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