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reflexiones

La imbecilidad se pierde junto a los libros

La lectura da resplandor a la vida. Junto a los libros, la mayoría de las veces, encontramos la soberanía de la lucidez. Sí, la misma que acerca el pensamiento a las palabras y lo ordena entre el blanco. Creo (igual me equivoco) que la imbecilidad se pierde junto a los libros... Es importante, por piedad con uno mismo, dejar (aunque sea por un rato) la pálida vulgaridad y buscar las facciones refinadas de lo nacido para mirar desde lo alto.

Es pavoroso ver tantos síntomas de decaimiento cultural, y lo peor, cada vez se hacen más visibles y evidentes. Vivimos tiempos que confirman, que el auge de nuestro cerebro, lo tienen la televisión y el teléfono móvil. A día de hoy (opinión subjetiva) todo es una inversión de conceptos, que buscan el éxito, por el camino contrario. Indudablemente, lo retrógrado es menos penoso si lo acariciamos con la palabra "inteligente". Resulta, que hasta las lavadoras están adscritas a la inteligencia; mientras nosotros somos lo puramente exterior que no pasa de automatismos. Me resulta divertido, por no decir humillante, ver que nuestra existencia es un soportar que aguarda todas las bobadas que nos meten por los ojos. Y las que vendrán... No debemos olvidar que junto a la temeridad de la ignorancia todo es sorpresa y exclamación.

Los libros, siempre admirables, están ahí para demostrarnos que la felicidad (muchas veces) es la invención del escritor y el poeta. Junto a ellos se piensa, sí, con humildad, tiran de nuestra mente y nos cuentan que junto a lo descolorido, la vida solo discurre charlando. Y lo peor, charlando de bobadas. Y a falta de bobadas, buenos son los chismes. El caso es llenar el silencio... En las bibliotecas se embalsama el conocimiento, se admira sin tener nada, se acaricia la curiosidad y se valora lo entreabierto. Qué de lugares son refugio para huir de tanta imbecilidad; sé de muchos jadeantes trotamundos que encontraron en las bibliotecas su mejor posada.

Creo que la alegría más espontánea es la que reposa con serenidad junto al conocimiento. Todo lo que nos hace sentir, nos hace entender...

Ya lo dijo Santa Teresa de Jesús: "Lee y conducirás, no leas y serás conducido".

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