Ha llegado para quedarse y sin remisión. Como en todos los aspectos de la vida, las nuevas tecnologías se han convertido en la principal hueste turística. La ola digital ha irrumpido con tal intensidad que ha variado las reglas del juego. El tambaleo protagonizado por el gigante Thomas Cook es la mejor muestra. El mundo se mueve ya a golpe de clic y los turistas son los que gestionan de forma directa sus vacaciones. Las frías tendencias de consumo se basan en la tecnología, mientras que numerosas innovaciones comerciales on line se inspiran en los clientes. El sector en peso (hoteles, agencias y aerolíneas) tiene que afrontar sin dilación ineludibles desafíos si quiere subsistir. Todos los agentes deben estar disponibles en cualquier canal que decida el tirano usuario. Las interacciones automatizadas entre empresa y consumidor final, a través de chatbots (programa informático que contesta en tiempo real) son algo esencial. El reto que se presenta ahora es que esas mismas máquinas sean capaces de gestionar mejor los viajes. Las plataformas en la vigilante nube se imponen y representan la principal vía para reservar viajes en España con una penetración cercana al 60%. La actividad turística es muy consciente que su competitividad pasa por subirse a la ola de la digitalización sino quiere ahogarse en el camino. No obstante, algunos todavía levantamos el teléfono para llamar a la agencia de viajes amiga para reservar un viaje porque no se puede olvidar que durante el camino y, sobre todo, en el destino final siempre hay personas. El trato cercano y la humanidad deben perdurar en el tiempo pese a la amenaza global. Cabe recordar aquella campaña de los ochenta, que decía aquello de Al turista, eterna sonrisa. Un mensaje que fue muy contundente y que evidenciaba que todos somos y hacemos el destino. La campaña, dirigida a los que de manera directa o indirecta atendían al visitante, se lanzó en un momento en el que el sector protagonizaba una crisis notable. Ante la nueva incertidumbre no está de más recuperar aquella campaña y grabarla a fuego. Si al desarrollo de nuevos e ilusionantes proyectos en Canarias, siempre que la zángana administración lo permita, le unimos el trato exquisito al cliente y billetes que no sean leoninos tendremos parte de la senda realizada. Al turista que sigue llegando a las Islas tenemos que fidelizarlo con calidad y atención única con el objetivo de que nos devuelva la sonrisa y nos vea como la primera y mejor alternativa.