La Provincia - Diario de Las Palmas

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REFLEXIONES

Lo cotidiano es el transcurrir de nuestra experiencia

Hay un comportamiento que adapta los desajustes y hace parecer "transcendente" al hombre dominado por las vísceras. Todo lo que no está impregnado de pensamiento (tarde o temprano) se reduce a nada. Las personas que se alteran por todo tienen la singularidad (sonrío) de ser palabra rígida, acomodada y ajustada a su antojo. Creo que la visión que tenemos de nosotros mismos es el contexto que discierne y afirma nuestra posición en la vida. Hay personas que son la defensa irracional de la carencia y desprecian sistemáticamente todo aquello que está en vigor... ¡Muchos tratan de menguarnos, buscando la "fuerza" de las malas formas y la hostilidad! Ya ven (sonrío), cada uno de nosotros tenemos nuestro poderío. Nuestro comportamiento es la realidad más racional de nuestras ofuscaciones. Y tenemos muchas; ya lo creo, ya. Muchas veces, junto a una mala cara o una mala palabra, hay un manipulador. Aunque ya puestos a decir, también, puede haber un envidioso, un frustrado, un irracional a la defensiva y así un largo etcétera. Sí, así es la vida, una afirmación constante de lo desesperados que nos ponemos al ver estrictamente con los ojos. Ser suela de miseria con aspiraciones de tacón enfurece... A veces, junto al gesto del saludo, podemos ver lo distraída que es la gente que aprovechan cualquier situación para demostrar la insatisfacción que llevan a cuestas. ¿Se imaginan qué pasaría si llamáramos a las cosas por su nombre? Ya nos veo a todos triunfantes y con la sonrisa de lado diciendo: "adiós, hijo de puta", "hombre, buenos días envidioso", "que te vaya bien, imbécil"; lástima (a día de hoy) todo está forzado por la hipocresía y desafortunadamente la amabilidad muchas veces es la mueca de todo lo malo, y también, de lo peor.

Lo cotidiano es el transcurrir de nuestra experiencia; nuestros días son el hecho que queda impregnado en la memoria. Lo invernal, poco a poco empieza a decaer, y empieza la nitidez de la luz. Pronto los matojos tendrán forma de margarita y las nubes serán la ceja blanca del sol. Al final, todos somos herederos de la muerte, por lo tanto (sonrío), es mejor dejar la mala leche en la taza y disfrutar más de la vida. Que no nos tiemble el paso el día que la muerte venga a buscarnos; si nuestro vivir es honesto (fieles a nuestras convicciones) nuestro morir será el jugo de una buena naranja. Ya me veo con una blusa de seda, insinuando mis pechos, y de fondo sonando La Bohème por supuesto interpretada por el gran Charles Aznavoir.

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