De todos los temas tratados en el Pleno de Estrasburgo de la semana del 10 al 14 febrero seguramente el más polémico, por preocupante, concierne a la pugna que enfrenta al Parlamento Europeo (PE) con el Consejo (órgano que reúne a los Gobiernos nacionales de los EE MM) a cuenta de las magnitudes del Marco Financiero Plurianual (MFF) 2021-2027.

Los recortes son elocuentes del estado de unas cuentas que no vienen mal dadas: expresan la contradicción entre la promesa de Europa y la voluntad de hacerla por los Estados miembros (EE MM). Y la respuesta es obligada: no resultan aceptables propuestas presupuestarias que retratan a la UE más tacaña de la historia en el momento en que se imponen (¡e incluso se invocan!) las mayores ambiciones. En todas las lenguas de la UE: no cabe hacer "más con menos", para hacer "más" y "hacer mejor" hacen falta recursos proporcionados y suficientes para imprimir veracidad y credibilidad al proyecto.

¿Es acaso aceptable un 13,9% de descenso en la Política Agrícola Común (PAC)? ¿Un 12,1% menos en Fondos de Cohesión? ¿Un 11% de disminución de las partidas orientadas a la Política Regional (Feder) en el marco del conjunto de los Fondos Estructurales? ¿Y su inevitable impacto en el impostergable reto de una Política Europea de Asilo y Refugio (el SECA) merecedora de ese nombre, que establezca de una vez una solidaridad y responsabilidad compartida en la gestión de migrantes y demandantes de asilo? ¡Piénsese en el repunte de la presión en Canarias, frontera exterior de la UE! Con la Propuesta del Consejo se hace imposible cumplir la promesa europea articulada en el Tratado de Lisboa (TL) sin recursos financieros que apuntalen y emparejen las ambiciones declamadas.

Como canario, español, europeo, me preocupa este escenario. ¿O es que las Regiones Ultraperiféricas (RUs) ya no necesitan apoyo? Sin duda lo merecen. Como lo reclama, a gritos, el campo español. Un campo español movilizado por las clamorosas injusticias de la "cadena de valor" que media entre su producción, su distribución, su comercialización y su precio final en el mercado y en las grandes superficies. Pero es que hoy, como nunca, el campo español está pendiente del hilo del mantenimiento de las ayudas de la PAC que deben contribuir a respetar el entorno y a la fijación de la población al territorio rural (esa "España despoblada"), además de imponer una premisa insoslayable a la justicia de la que habla la idea de la "transición ecológica" hacia la descarbonización (una UE "neutra" en carbono para 2050) y a preservar el medio ambiente.

Problema grave. Descalificadas ahora, con desdeñoso desprecio, como "Políticas tradicionales", las nuevas prioridades emergen de manera inobjetable (Green Deal, Agenda Digital, Política Exterior de Defensa y Seguridad Común) a costa de confrontar a los "amigos de la Cohesión" con los apologetas de la reorientación de estrategias de futuro... Aun cuando ello comporte desmoronar las Partidas que explican la razón de ser de la integración europea.

Hemos dicho muchas veces que el vector de la cohesión ha de hacerse compatible con la UE global a la que aspiramos. El PE -y desde luego el Grupo S&D- propone "Recursos Propios" (Own Resources): impuestos a las transacciones financieras, impuestos a las grandes corporaciones tecnológicas, impuestos sobre actividades contaminantes, para poder financiar una "Transición Ecológica Justa" ("Fair Transition") "que no deje a nadie atrás".

La UE se apresta a negociar su nuevo Acuerdo de Relación Futura EU/UK, y hacerlo en el plazo apremiante de apenas 10 meses a partir de la adopción del mandato en el Consejo (25 de febrero), prolongando así el mandato (y la tarea ingente) del Chief Negotiator Barnier. Pero, aun a pesar de que el Acuerdo de Salida (Deal) de RU de la UE se apuntaló sobre la premisa de que el RU pagaría sus costes en la factura (en torno a 40.000 millones de euros en los próximos tres años), el Consejo ha cimentado su propuesta en la premisa de la pérdida causada a los Presupuestos de la UE (históricamente raquíticos) por el efecto de salida de un contribuyente neto (el RU) sin prever, para compensarla, ninguna adición relevante de ingresos adicionales con cargo a recursos propios (en lugar de incrementar las aportaciones anuales de los EE MM proporcionadas a su PIB y población respectivos, lo que parece un objetivo fuera del alcance de ningún consenso posible).

Las cuentas, que vienen mal dadas, salen así perjudicadas. Y con ellas el proyecto europeo y su credibilidad. Y el horizonte aparece así, sombrío, acechado por la prognosis de una imparable decadencia e irrelevancia de la UE ante la globalización y los vértigos de la desatada emergencia climática y la revolución de la era digital.

No sólo los "amigos de la cohesión" han protestado. También la mayoría en el PE ha puesto su grito en el cielo. Lo expresan el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, y el del Parlamento Europeo, David Sassoli. Y lo dice, alto y claro, el Grupo S&D del PE con fuerza y con convicción: no habrá ni debe haber MFF sin compromiso con el PE. Siquiera sea por la razón de que el PE es decisivo como Autoridad Presupuestaria de la UE. No habrá MFF ni Presupuestos sin el consentimiento (voto final favorable) del PE. Y antes que un mal MFF, antes que un mal Acuerdo, es mejor un no Acuerdo y la consiguiente prórroga del actualmente vigente MFF 2014-2020.

Con todo, en lo personal, mi semana parlamentaria terminó con dos notas de sentido muy opuesto. La primera me es muy grata, marcada por el orgullo del balance de realizaciones del Gobierno ZP, en cuya primera legislatura de mandato como presidente del Gobierno tuve el honor de servir como ministro de Justicia. El Parlamento Federal de Suiza aborda este año 2020 la fase decisiva de una (debatida) Ley de regulación del Matrimonio Igualitario, bebiendo para ese objetivo de la experiencia española, aprendiendo sus lecciones en cada episodio y objeto de debate. Ha sido mi satisfacción explicarla y compartirla en el Consejo Nacional en Berna, en diálogo con las presidentas de las Comisiones de Justicia e Interior y Asuntos Jurídicos, así como con colectivos y plataformas de activistas movilizados y en lucha por su igualdad en derechos.

En doloroso contraste, todavía un segundo apunte. Arrancaba hace dos semanas en Bruselas (Comisión LIBE, 17 febrero), desolado y dolorido por el fallecimiento de Plácido Arango, empresario ejemplar, emprendedor de éxito, antiguo presidente que fue de la Fundación Príncipe de Asturias y del Patronato del Museo del Prado. Filántropo y mecenas incansable, fue durante su mandato al frente de la Fundación Príncipe de Asturias cuando, hace 34 años, un jurado de personalidades eminentes, del que era secretario el inmenso Luis Sánchez Merlo, me seleccionó, entre muchos candidatos para su beca anual para cursar el Master on Law & Diplomacy de la prestigiosa Fletcher School (Class 88', Tufts University, Boston, Massachusetts, EE UU). Habiendo perdido a mis padres, mis estudios en Tufts o en Harvard habrían sido completamente inalcanzables sin la generosidad y la confianza de su beca. Mi deuda de gratitud es imperecedera, como lo es mi reconocimiento a su legado, que perdura, y mi condolencia y abrazo a su familia por su pérdida.