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Día de la Mujer

Igualdad que suma contra el miedo y las violencias

Canta Pedro Guerra, en su canción Miedo, lo siguiente: miedo que da miedo del miedo que da. Y es que el miedo y las violencias tienen sus propias sinergias que pareciera son imposibles de parar.

¿Quién no ha tenido miedo a lo largo de su vida? Miedo al volver a casa, sola, por la noche, por tener que pasar por un callejón donde solo se escuchan voces de hombres. Miedo a la reacción de nuestro entorno al decir que queremos estudiar, practicar ese deporte, o hacer eso tan, tan de hombres.

Miedo a ser señalados por el grupo al no correr tanto, beber tanto, escalar tanto. Miedo a ser pillados llorando en público. Miedo a la reacción del grupo cuando decimos que queremos estudiar, practicar ese deporte, o hacer eso tan, tan, tan de mujeres.

Pareciera que los miedos se dividen por sexos cuando la realidad es que los miedos, y las violencias, tienen perspectiva de género. Nos atraviesan distinto, en función de las expectativas generadas sobre nuestras realidades como mujeres y hombres.

La Estrategia Canaria de Transición Igualitaria tiene como propósito una Canarias libre de miedos y violencias machistas, y para eso necesariamente tenemos que reducir las desigualdades que las generan.

Nos proponemos en los próximos 16 años generar un cambio real y estructural en nuestra sociedad que así lo permita. Un cambio que iniciamos ahora como Gobierno, que necesitará varias legislaturas más para dar todos sus resultados, pero sobre todo que precisa iniciar su andadura.

Dieciséis años como los que fueron clave para que el calentamiento global pasara de ser una conversación científica a llenar calles demandando respuestas ante lo que ya entendimos como emergencia climática. Hemos cambiado nuestros hábitos de consumo, de alimentación y nuestros modelos de movilidades, y sobre esta ola aún estamos en disposición de dar más, de ir más lejos.

Entre 1995 y 2010 el 60% de la sociedad cambió su posición sobre el derecho de las personas del mismo sexo a contraer matrimonio. Pero mucho más allá de eso en 16 años la sociedad española ha dado un vuelco indiscutible en el respeto a la diversidad sexual.

Estos ejemplos han sido impulsados principalmente desde los movimientos sociales, así que cabe preguntarnos qué no podremos hacer en Canarias si nos los proponemos desde el Gobierno, las distintas instituciones, el sector empresarial, sindical y por supuesto la ciudadanía y sus representantes.

El reto es tan importante como necesario.

Debemos de ser capaces de buscar en nuestra identidad canaria nuestros valores y fortalezas, las claves que nos permitan crecer en igualdad y enriquecernos en ella.

Lo haremos sobre cuatro ejes iniciales que nos permitirán planificar, formar, implementar y comunicar esta estrategia.

Debemos de ser capaces de planificar y evaluar nuestras políticas públicas de igualdad y para ello habrá que generar nuevas categorías de análisis. Debemos dejar de hacer políticas por aproximación y hacerlas pegadas al territorio y los datos. Para saber de su efectividad y deficiencias, pero sobre todo para atender a la ciudadanía según sus diferencias. Debemos aspirar a saber cómo nos atraviesa la igualdad en función de nuestras edad, sexo, género, estudios, aficiones, inquietudes culturales. Si vivimos en una zona rural, urbana o turística. Si tenemos hijas, nietos o sobrinos. Si practicamos la vela o animamos cada fin de semana a un equipo de fútbol. Apostar por conocer para hacer.

Y para eso las dos universidades públicas canarias serán nuestras grandes y necesarias aliadas. No imagino ningún cambio de la magnitud que proponemos sin la implicación del quienes mejor investigan y forman en nuestra comunidad.

Canarias ha superado ya la etapa de la empatía en cuestiones de igualdad. Tenemos ciclos formativos superiores en promoción de la igualdad, máster y cátedras. Debemos de poner todo ese conocimiento a trabajar, entre otras cosas formando a quienes, por cierto, tanto lo demandan.

Nuestra comunidad no tiene un problema de interés sino de capacitación y para eso esta viceconsejería centra buena parte de su trabajo en generar equipos especializados en la formación. Gracias al compromiso de la Consejería de Educación podemos desarrollar el proyecto Bicácaro en distintos centros de las ocho islas, pero también formaremos para implementar la igualdad y diversidad a quienes se forman para mejorar su empleo o a todo el personal de la administración. Y lo haremos porque incluir la igualdad mejora nuestras capacidades laborales y rendimiento ante la ciudadanía.

Implementar la igualdad es aterrizarla. Todas las personas crecemos imitando. Por eso desde el Gobierno debemos asumir la responsabilidad de ser espejo donde mirarse. Con la complicidad de la Consejería de Administraciones Públicas estamos cambiando para hacer inclusivo en el lenguaje y en la incorporación de la diversidad LGTBI todos los formularios, registros y contenido de la página web. De toda la administración del Gobierno. Un trabajo que reconocerán tan titánico como necesario. Pero no nos quedaremos en lo formal. ¿De qué nos sirve un formulario inclusivo si cada fin de semana se insulta al grito de maricón o las mujeres estamos todavía en nuestras fiestas más en la decoración y en la imagen del cartel que en la toma de la palabra y la representación? Calma, tenemos 16 años, pero esto también tendremos que revisarlo.

Mucho por hacer y por comunicar. El lenguaje construye el pensamiento, así que si queremos una Canarias distinta tendremos que revisar esto. Dónde ponemos el foco de la noticia, qué escenificación hacemos en un acto, qué referentes promocionamos son cuestiones que precisan ser revisadas.

Hablamos de 16 años para aprender a asocarnos del machismo. Para hacerlo con la misma naturalidad y certeza que lo hacemos en un ventoso día de playa. Como quien lo hace por instinto, aunque sepamos que es conocimiento aprendido de nuestras mayores.

Yo nos imagino dejando de pensar en la igualdad para tener hábitos en la igualdad. Nos imagino así, libres, volviendo solas a casa, eligiendo nuestros estudios, decidiendo qué deporte queremos practicar o haciendo eso que es tan, tan de todas y todos.

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