Hondo y enorme pesar me produce conocer el fallecimiento de Pascual Calabuig en la tarde sombría y algo friolera de este sábado en el que toda la España, deportiva o no, futbolera o no, se debate en sobrellevar de la mejor manera posible la histeria colectiva por el coronavirus.

Decidido a aportar nuestro granito de arena manteniéndonos en casa, nos llega la triste noticia de la partida de este valenciano de nacimiento pero canario -"de las ocho islas", decía siempre alto y claro- de adopción.

Crecimos durante la década de los sesenta con la voz de Pascual Calabuig, maestro pero, sobre todo, amigo, en nuestros oídos. Anhelábamos la llegada del fin de semana para escuchar, a través de las ondas de radio, el timbre de voz de Pascual narrando los partidos de la UD Las Palmas, cantando los goles de aquellos jugadores que fueron, son y serán historia de la entidad amarilla.

"Ahí la tiene Juanito Guedes?. El Mariscal busca a lo largo a Germán Dévora, ¡qué buena finta del Maestro! y éste lanza en profundidad para la carrera de Gilberto I?. Centroooo y gooooooool de Mamé León"? Así recuerdo alguna vez, como si fuera en este instante preciso, la voz alborotada de Pascual cuando los amarillos anotaban en cualquier campo del territorio español o en el propio y no sólo vetusto, sino recordado, Estadio Insular.

Con el paso inexcrutable e inexorable del tiempo, el maestro Calabuig se convirtió en el amigo Calabuig. Él desde su posición en las radios o en Televisión Española en Canarias y nosotros representando nuestra labor profesional en el Diario de Las Palmas y, posteriormente, en La Provincia.

A lo largo de los más de cuarenta años de profesión, fueron muchas las ocasiones y las anécdotas que tuvimos ocasión de compartir con Pascual. Tan sólo me voy a quedar con una en la que, de una forma muy paternal, nos llevó a comer una paella en su Valencia natal y nos enseñó, al tiempo que decía "efectivamente, como tú dices, la paella valenciana no lleva cebolla", que en su tierra se comía directamente desde la paellera y cada uno por su lado.

Sí, fueron muchas las vivencias compartidas con Pascual Calabauig, todas inolvidables, y por ello se nos va en estos momentos otro trocito de nuestra vida, de nuestro pasado reciente, y unas lagrimillas rebeldes que nublan la vista se escapan y recorren las mejillas cuando, en el momento de la despedida escribimos estas líneas, profundamente sentidas, y nos permitimos finalizar con su tan famosa coletilla? Fue un placer conocerte, ser tu amigo y compartir contigo? Hasta siempre, maestro?.. "¡PUES NO FALTABA MÁS!"