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AL AZAR

Un poco harto de "lo vamos a ganar"

La felicidad incontenible por la desaparición del ubicuo fútbol de las pantallas viene empañada por la reconversión de los comunicadores en apóstoles del balón. "Este partido lo vamos a ganar" es una salmodia difícilmente soportable durante noventa minutos de partido, pero debería ser perseguible por la vía penal cuando se aplica durante las 24 horas del día, desde todas las cadenas.

Las estrellas televisivas se han convertido en presentadores literales de una gala de Supervivientes. No enfatizan la posibilidad de una solución que su ignorancia les prohíbe, solo exhiben un dramatismo de mampostería. Disfrazan su sensacionalismo de una pasión humanitaria de andar por casa, mientras el espectador examina las temibles ojeras de Skype, cuyo agrandamiento mide la duración del confinamiento con tanta precisión como las "bolsas de sudor" que detallaba Tom Wolfe. Se parecen a aquellos periodistas estadounidenses que se sentían obligados a llorar en pantalla cada vez que hablaban desde la zona cero del 11S. Y el coronavirus es más insensible que Osama Bin Laden.

Qué se hizo de la tercera persona que la BBC defiende frente al populismo ambiental. La apelación a que "este partido lo vamos a ganar" de los bustos parlantes no procede además del entusiasmo, sino de la pereza. Ninguno de ellos está capacitado para explicar que de cada mil personas fallecidas este año en todo el planeta, 998 han muerto por causas distintas al coronavirus. Dado que el público es más adulto que sus guías mediáticos, que nos dejen decidir en libertad la magnitud de la tragedia. Las criaturas inocentes y los niños ya están suficientemente castigados por el encierro, para endilgarles además tandas de humor patriótico que apestan a condescendencia. Así acaban los sueños de quienes creyeron que el virus nos liberaría de la incultura. Ojalá la España del "¡venimos!" sea un país más racional y menos racial que la tribu del "¡vamos!"

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