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OPINIÓN

La carrera de los tests

En la actual situación de emergencia sanitaria por la infección del covid-19 uno de los datos esenciales es disponer de procedimientos fiables para el diagnóstico de la enfermedad. Se exploran evidentemente los síntomas clínicos pero también es importante disponer de métodos para conocer si realmente se trata de una infección por el SARS-Cov2. Tratándose de la infección por parte de un virus nuevo no se puede disponer de métodos existentes sino que hay que desarrollar otros nuevos. Esto es lo que se ha hecho a toda velocidad pero por lo que parece ha habido casos en que la fiabilidad de algunos test no es la esperada.

Como era de esperar los primeros resultados sobre la infección han provenido de China donde se originó la enfermedad. Ya a principios de enero se publicó la identificación del virus y la secuencia de su genoma, esto es la información genética propia. Los coronavirus son virus de ARN que contiene un pequeño número de genes que le permiten construir la estructura que lo contiene e interferir con la fisiología de la célula que infecta para poder reproducirse, reconstruirse y poder así infectar a otro individuo. Se pudo deducir la similitud de este virus con otros que produjeron infecciones anteriores como el SARS que apareció en China en el 2003 o el MERS que apareció en Arabia Saudita en el 2012. De estos datos se puede tratar de sacar conclusiones sobre la forma en que infecta, pero sobre todo son muy importantes para proponer sistemas de diagnóstico.

Mucosidad

El primer sistema de diagnóstico que se ha desarrollado consiste en detectar el ARN del virus. Tenemos actualmente métodos extremadamente sensibles para detectar el ADN que se utilizan en múltiples aplicaciones, por ejemplo en investigaciones policiales. El más utilizado es una técnica denominada PCR que ha demostrado ampliamente su sensibilidad y que necesita identificar en el genoma alguna región que solo exista en el virus y por tanto que su detección sea específica. El test consiste en tomar una muestra de la mucosidad de la nariz o la boca de una persona, extraer el ARN, convertirlo en ADN y detectarlo por PCR. Esta es la prueba considerada como la más fiable y recomendada por la Organización Mundial de la Salud. El problema que puede tener es que necesita de un instrumento en el que se procede a la amplificación del ADN y todo ello puede tardar unas horas y son relativamente caros.

También a partir de la secuencia del genoma se han podido desarrollar los llamados test rápidos. Unos de ellos detectan también el virus en mucosidades. Lo que se ha hecho es desarrollar anticuerpos contra una proteína de la cubierta del virus deducida del genoma. Estos anticuerpos permiten detectar esta proteína. Es un test rápido parecido al que se utiliza en los test del embarazo, que se realiza en menos de una hora y no requiere de instrumentación específica. Otros procedimiento que lo que detectan son los anticuerpos que el virus ha producido en un paciente. Se realiza a partir de una prueba de sangre, por ejemplo del dedo. Permite saber si la persona ha sido infectada por el virus aunque este no esté ya presente. Tener test fiables de los diferentes tipos puede ser esencial para el diseño de políticas de contención sobre todo a partir del momento en que la crisis haya pasado su máximo. Esta es una estrategia que han utilizado diversos países al parecer con éxito.

Capacidad de respuesta

El uso de las técnicas inmunológicas es extenso en algunas aplicaciones, son sistemas bien probados y son relativamente baratos, pero evidentemente hay que validarlos. Y todo ello hay que producirlo en masa. Estamos hablando de millones de test lo cual no está al alcance de muchas empresas. Y en el proceso puede ocurrir que haya problemas de calidad en algún lote de test o que sea posible que en el mercado aparezcan picarescas que sean difíciles de detectar por autoridades poco preparadas para ello. Todo ello nos indica que los tests de diagnóstico se han desarrollado a gran velocidad pero que la capacidad tecnológica y de producción la tienen los países del este de Asia. En Europa, y en España, tenemos toda la tecnología, empresas de gran calidad para hacerlo pero parece que no tenemos la capacidad de respuesta que tienen los países asiáticos. Y, querámoslo o no, la larga cadena de responsabilidades acaba creando problemas. Entre los temas que deberemos decidir en el período posterior a la presente infección es si esta situación es la más adecuada para proteger a nuestros ciudadanos.

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