El perro se ha ganado ciertos caprichos. Antes dormía solo en la cocina en una pequeña y mullida cama de colores chillones. Ahora lo hace en el dormitorio, sobre una alfombra, y se enrolla con una toalla, y desde ahí, amortajado, ronca estrepitosamente. No me deja a solas un maldito minuto. Un vecino me comenta que le pasa lo mismo. El vecino, como ocurre con todos los vecinos, tiene una teoría. O más bien al contrario: hay una teoría que tiene a un vecino en el cuatro izquierda.

-Yo creo que desconfían de nuestra supervivencia como especie, por lo menos mientras gobierne Pedro Sánchez. Por eso nos siguen a todas partes.

-¿Usted que periódico lee?

- La Razón. ¿Y eso qué tiene que ver?

-Nada. Si yo leyera La Marea le diría que la ultraderecha les ha implantado un pin parental a las mascotas para espiarnos.

-¿La ultraderecha? Eso es más propio de Podemos...

Abundan los mensajes, canciones, discursos y vídeos en los que se asegura que después de esta dura experiencia descubriremos, no sé, lo que es realmente importante en la vida, la belleza de la sonrisa, la riqueza de un abrazo, el portentoso manantial de la generosidad. Se me antoja muy dudoso. Es una idea cristianoide que supone que el sufrimiento, como corona de gloria, purifica de los pecados. El sufrimiento -sobre todo si es prolongado y parte de la escasez de un recurso: la libertad- nos destruye, no nos hace mejores. Se debe enfrentar con valor y gallardía pero no tomarlo como una oportunidad para la excelsitud moral, para la complacencia indulgente. Habrá sorpresas. Después de los primeros aplausos desde los balcones han empezado a brotar los primeros insultos y descalificaciones que caen como agua sucia sobre los canallas que no baten palmas, acompañan a un discapacitado por la calle o pasean sus perros. Las cosas irán a peor a medida que el encierro se prolongue y recrudezca (esto se prolongará hasta mediados de mayo). Los que en sus despachos en Bruselas están convencidos de que se les pueden apretar las clavijas -como hace diez o doce años- a los trabajadores, a los autónomos y pequeños empresarios y a los desempleados están jugando con fuego y deberían ser conscientes de que ni sus corbatas Hermès ni sus calzoncillos de cachemir son ignífugos. La oposición a una mutualización de la deuda -la inmunda insistencia de Alemania y Holanda de que los fondos del Mede estén condicionados a más reformas privatizadoras o recortes presupuestarios- no va a consistir en algunas grandes manifestaciones y en vibrantes artículos en la prensa. La ira y la desesperación, el hartazgo y el miedo -en un ambiente de suministros dudosos, menguante poder adquisitivo y peste amenazadora- serían combustibles para una rebelión transnacional que ponga en un brete muy jodido el orden público.

Es imprescindible que el Gobierno de Canarias exprese con orden e inteligencia las medidas que necesita el país para no sucumbir a una ruina económica que tardará años en superarse. Y los gestos son importantes. El incremento salarial del 2% de los altos cargos del Ejecutivo era automático y general para toda la función pública. De acuerdo. Pero consejeros, viceconsejeros y directores generales podían donar esa cantidad, después de cobrarla, para la compra de material sanitario. Por ejemplo.