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Javier Durán

RESETEANDO

Javier Durán

Ahora hibernación

La hibernación de la economía, la entrada en letargo del PIB, es el paso previo a la criogenización, es decir, la congelación por un tiempo indeterminado hasta que el mal, en este caso la pandemia del Covid-19, tenga un tratamiento efectivo. Pero no vayamos por delante del Consejo de Ministros. Ahora el sector productivo está en un largo invierno polar, al igual que determinadas especies, con una temperatura corporal uno o dos grados más alta que la ambiental y con una frecuencia cardiaca muy baja. Si pasa la yema de un dedo por encima de esta masa inerte notará la frialdad de su piel y una respiración insignificante. Nunca pensé que el orden ejecutivo de un Estado podía decretar la hibernación de todo lo que se encuentra bajo el paraguas de la llamada balanza de pagos. Imagino que todas las mañanas un servicio especial se acerca a esta mole tremenda y la ausculta para conocer sus constantes vitales. Es relevante que la frontera no se rompa para migrar hacia el colapso. Debe ser como el mamífero que se incorpora del letargo ansioso por cumplir el ciclo biológico pendiente, alimentándose de todo lo que encuentra en su camino. El comportamiento, dicen los teóricos, es trasladable a la economía del país: un encendido general del sector productivo, un efecto milagro gracias a la sincronización de todos los factores. Lo ideal sería que esta hibernación se extendiera a otros ámbitos. Si llama el empleado del banco o el casero, comunicarle que no puedes atender el requerimiento de pago puesto que estás en hibernación, echado en una cama con la respiración entrecortada y con líquidos como único refuerzo. La hibernación es el reposo del estado de alarma, tras la tensión viene un periodo de remanso que asume el largo camino que nos queda por delante: mejor guardar fuerzas que dilapidarlas en un mercado agónico. Ha hecho bien el Estado en mantener como servicio esencial, como no podía ser de otra manera, a los veterinarios. Primero, porque los perros son piezas maestras del puzle social del coronavirus, y segundo, porque la economía ha pasado a ser un animal que hiberna. La biologización de esta crisis es un enigma, pero está claro que echamos de menos el instinto de supervivencia.

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