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CARTAS A GREGORIO

Manuel Ojeda

La crisis como oportunidad

Querido amigo, en este retiro obligado que intentamos sobrellevar, he descubierto lo bien que se me dan los trabajos en casa, sobre todo cuando estoy ordenando libros y papeles en mi habitación y puedo escuchar que mi mujer anda trajinando en la cocina para hacer un buen guiso con solo tres o cuatro cosas. ¿No era esto lo que siempre habíamos soñado, Gregorio??

A mí siempre me ha gustado el orden? lo que no me gusta es ordenar. Sin embargo, ahora tengo todo el tiempo del mundo para colocar cada cosa en su sitio, y disfruto al hacerlo.

Lo más valioso que tenemos en la vida es el tiempo. Tiempo que les dedicas a los demás y a ti mismo. Tiempo, en definitiva, para comunicarnos y descubrir cómo somos realmente y cómo son los demás.

Otra de las lecciones que podemos aprender en este tiempo es el poder comprobar que, desde el más poderoso al más humilde y desde el más rico al más pobre, todos somos iguales y estamos expuestos a los mismos riesgos. Esa ha sido siempre la condición del ser humano, pero ha tenido que venir esta crisis en forma de pandemia para que nos demos cuenta.

Muchos tendrán que cargar con los problemas de ansiedad que les traerá este encierro, pero lo malo es que, cuando haya pasado un tiempo, ya nadie querrá acordarse de nada de esto.

Es normal que intentemos olvidar lo mal que lo estamos pasando, pero, al mismo tiempo, habría que recordar lo que se ha dicho en circunstancias parecidas: "Tus cicatrices no solo sirven para recordar tus heridas, sino que son la prueba de que las has podido superar".

Es un buen consejo que tendremos que recordar, porque no será esta la última pandemia que vamos a sufrir, sino que, posiblemente, tal como hemos visto en los últimos años con el brote de cólera de 2010 en Tahití, la epidemia de ébola de 2014 o el virus del Zika en Latinoamérica, vendrán otros virus que pueden ser aún peores y más letales que este.

Ojalá que hayamos aprendido la lección, Gregorio, y que nos demos cuenta de una vez por todas de que este planeta no es nuestro, que solo somos sus inquilinos y que tendremos que cuidarlo para generaciones venideras.

Cuando por fin pase este tiempo tan duro y consigamos volver a la normalidad, podremos disfrutar más que nunca de todo el entorno natural que nos rodea, porque la naturaleza, que es capaz de renovarse cada día, nos recibirá con los brazos abiertos y nos sorprenderá proporcionándonos la frescura de un aire nuevo día a día. Un aire que, sin ser conscientes, habremos ayudado a recuperar cumpliendo con estas exigentes normativas de aislamiento tan exigentes.

No vamos a perder esta oportunidad y valdrá la pena, pero luego nos tocará corresponder y será para bien de todos. Sobre todo, para bien del planeta que habitamos.

Un abrazo, amigo, y hasta el martes que viene.

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