En una calle muy cercana un enfermo fue desalojado de su domicilio. El perro tascó el freno al escuchar la sirena de la ambulancia; un minuto o dos después aparecieron dos coches de la policía. Todo fue rápido, expeditivo, eficiente y fríamente amable. Se trataba de una familia: el padre, la madre y dos hijos pequeños que, al parecer, llevaban varios días sin apenas salir de sus cuartos. Desde que el padre presentó los primeros síntomas: fiebre, tos, algo de flema. En la ambulancia entraron los padres; el problema, uno de los problemas sobrevenidos en esta crisis, es con quién se quedaban los niños. Finalmente se tomó la decisión de dejarlos en el piso con un vecino o quizás un amigo del matrimonio que los distraía desde el otro lado de la puerta. Una hora y media después apareció la madre arrasada por los nervios. El marido había dado positivo, ella no, pero debía permanecer bajo autoobservación en su domicilio. No todos los recluidos tienen el privilegio del aburrimiento frente a la tele. Los hay que deben lidiar con esa situación: encerrados dentro del encierro para no infectar -tal vez sea portadora- a sus propios hijos. Durante horas o días interminables.

Hace pocas horas se produjo un breve intercambio de pareceres en Twitter de cierto interés. El politólogo Ayoze Corujo afirmaba que Canarias "no puede verlas venir apelando al Estado y menos aún a la endeble UE (?) tenemos que ser proactivos y utilizar tanto los mecanismos que posee la Comunidad autónoma como otros nuevos". Yo mostré mi escepticismo a la hora de considerar la crisis del coronavirus como una oportunidad para construir "un nuevo modelo de desarrollo económico y un nuevo modelo de comunidad autonómica" pero cualificados profesionales como Jorge López y Manuel Romero estuvieron de acuerdo. Sigo manteniendo mi escepticismo. Lo expresaré en tres puntos. El primero: la UE no es un machango endeble. Su solidaridad interna está secuestrada por un reducido grupo de estados que se niegan a reconocer la necesidad imperiosa de una política financiera y fiscal común soportada entre todos. Ciertamente, es un secuestro que puede acabar en asesinato, pero los recursos económicos de la UE -si se utilizan- son muy considerables. Canarias -con toda su modestia- debe apoyar a la mayoría -Francia, Italia, España- en sus reivindicaciones ejerciendo su liderazgo al frente de las RUP.

Dos: la desconfianza hacia el atractivo de los laboratorios sociales y la capacidad demiúrgica de los expertos. Los procesos de cambio y transformación de las sociedades que han sufrido graves crisis económicas y sociales -guerras, epidemias, caos- no obedecen a trazados de escuadra y cartabón ni pueden partir de otro punto que no sea la puñetera, menesterosa y ruin realidad. Y, por último, las perritas. Cualquier estrategia de reforma del modelo económico de Canarias exige gastos e inversiones no precisamente modestas. Aun así creo que Ayoze Corujo tiene razón en demandar un papel más proactivo por parte del Gobierno autonómico y, en general, de todas las instituciones públicas canarias: hay que explorar escenarios, alianzas, oportunidades. Y crear nuevos espacios de debate donde todos esos elementos se pongan sobre la mesa de un análisis común, más allá del protocolario comité de asesores del presidente del Gobierno. No hay mucho tiempo si no queremos que el futuro dé marcha atrás y nos pase por encima.