Las partes externas del ojo son: las cejas, los párpalos, el lagrimal, la órbita y las castañas". En la clase de Ciencias Naturales del CEIP Maestra por Arte del Confinamiento toca estudiar los sentidos. El peque tiene claro que alguno de los elementos que ha enunciado no es del todo correcto. Pone un gesto que es una mezcla de "pasemos a otra cosa, mami" y "a ver si supero el corte". Yo le recalco: "Los párpados y las pestañas, no las castañas, amor". Él asiente resignado. La lección continúa con el resto de sentidos y sus órganos correspondientes. Le pido que se imagine cómo sería su mundo si no pudiese ver, oler, sentir el tacto, saborear sus adoradas croquetas o escuchar los diálogos de Spiderman. Lejos de Casa (la última de Tom Holland). No le hace ninguna gracia. Me toca la mano y me pregunta si podría darme abrazos. Le contesto que sí, que siempre. Mete el asunto en la papelera de reciclaje de su incombustible cerebro... Y a otra cosa. Cuando termina la sesión, me quedo pensando que, quizá, en algún planeta de una galaxia muy muy lejana, Luis podría encontrar, en una de esas cantinas que tanto frecuenta Han Solo, alguna criatura que, en vez de pestañas, tenga castañas y cuyos párpalos suban y bajen cadenciosos en la órbita de sus enormes ojos de sapo. Luego pienso que ya sé de dónde le viene a mi retoño esa tendencia desbocada a imaginar, cierro el ordenador y me quito una pelusa que se me enreda en las castañas.
