La Provincia - Diario de Las Palmas

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APUNTES

El día después

Además de la preocupación por lo inmediato, escapar del zarpazo del coronavirus, aceptar disciplinadamente para ello un riguroso confinamiento en casa, asumir las reglas del distanciamiento social, hacer colas interminables en medio de la calle, llueva o haga sol, a dos o tres metros de distancia del vecino, hay otra preocupación que se solapa a esta: qué pasará cuando, como dice Pedro Sánchez, "derrotemos al virus".

Esto trae de cabeza a casi todo el mundo. No sólo a los empresarios. Las catastróficas cifras del paro, la enorme destrucción de empleos y la histórica baja de las afiliaciones a la Seguridad Social, la desaparición ya mismo de miles de empresas por la obligada paralización de las actividades económicas? no auguran un desenlace feliz. No son la luz al final del túnel del Covid-19, El enemigo invisible. Es el comienzo de otro túnel que se suma al que estamos recorriendo, en total oscuridad. Quizás un cambio profundo del mundo que conocemos y de nuestro estilo de vida, o Estado del bienestar.

Ningún país aprendió las lecciones de la Gripe A en 2009. Entonces se advirtió -en Canarias las páginas de LA PROVINCIA dan fe de ello- que tras aquella pandemia pronto vendría otra. Los epidemiólogos lo sabían, como lo sabían los virólogos. Y que era necesario prepararse para el momento en que se tendrían que sacar las mascarillas, y habilitar plantas de los hoteles para contagiados, y tener en cama a la mitad del personal, y prepararse para ese momento. Aprender la lección y actuar en consecuencia. Pero nada se hizo. Todo se olvidó. Los políticos porque ese trabajo silencioso no llevaba fotos; los empresarios, porque estaban muy ocupados en recuperarse del palo. Los ciudadanos, porque la memoria es flaca y gandula cuando piensas que eso es cosa de otros, que no te tocará a ti.

Entre la crisis económica activada en 2008 y la crisis económica provocada en todo el mundo por el Covid-19 al menos en España y en general en la UE hay una diferencia por ahora. El Plan de Salvación no será para los bancos sino para todos. Para los ciudadanos, para las empresas. La creación de los ERTE, las diversas ayudas al tejido comercial e industrial anuncian soluciones de recuperación más pegadas a los intereses de la gente; que son los "intereses generales" de verdad, afecten a trabajadores o empresarios y viceversa.

La experiencia pasada hace que las peticiones de un frente común europeo se hayan generalizado. Como le recordaron los primeros ministros (o presidentes de Gobierno) de Italia, España y Portugal a Holanda, que reculó rápidamente, la riqueza de unos es consecuencia de las compras de los otros. Elemental, aunque algunos olvidan que es el secreto más conocido del mercado único.

Desde las elecciones generales en España ya se dijo que habría que ir a una coalición amplia que facilitara un sólido Pacto de Estado, similar a los Acuerdos de la Moncloa que facilitaron la Transición. No fue posible, porque como en el refrán de la burra del gitano, entre todos la mataron y ella sola se murió.

Las primeras reacciones de la oposición sin embargo no tienen en cuenta la gravedad histórica del momento para la entera nación. La reedición de un gran acuerdo no se presenta fácil. La estrategia del PP, VOX y Ciudadanos parece tener el objetivo prioritario de derribar al Gobierno primero. Pedro Sánchez por su parte tiene que caerse del guindo, hablar con todos los partidos, tender puentes, dejar la pomposidad y algunos modos de jefe de Estado. Con lo cual la labor parece imposible por pura aplicación de la tercera ley de la termodinámica. Vivimos una época española irracional.

Es un momento histórico. Solo hay un antecedente de uno igual, y es la II Guerra Mundial. Allí, aparte del Plan Marshall, que ahora estaría a cargo de la UE, surgieron la unidad europea y la Alianza Atlántica, que unieron a antiguos enemigos a muerte. Ellas hicieron posible el milagro.

Ahora, tanto los europeos, de nuevo, como los españoles tenemos que hacer posible otro. Nos jugamos el futuro, en serio. No es sueño, no es ficción. Millones de parados y una reconstrucción costosa que requiere un esfuerzo titánico de país precisan estadistas y no figurines siempre en pose que solo piensan en el hoy y los agravios de ayer y nunca en el mañana y el pasado mañana? que siempre llegan demasiado pronto, y sin avisar.

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