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ANáLISIS

Polisario: cronología reciente de una descomposición

Parece que soplan vientos de cambio dentro de la sociedad civil saharaui. Es cierto que podría sonar repetitivo, ya que no es la primera vez que se habla de nuevas iniciativas que luego acaban en punto muerto. Iniciativas que en la mayor parte de las ocasiones caen en el olvido bajo las tan manidas y facilonas acusaciones de traición y venta a intereses ajenos, como si no hubiese motivos más que suficientes para querer dar un golpe de timón que varié la dura e inamovible situación que se vive en los campamentos de Tinduf. Aunque esta vez todos los indicios apuntan a un cambio de dirección sin parangón, en eso que se ha venido a denominar de manera un tanto difusa 'pueblo saharaui'.

Este cambio de dirección nace bajo el nombre de Movimiento Saharauis por la Paz, y está formado por más de un centenar de cuadros, ex oficiales, ex altos funcionarios del Polisario, dignatarios hijos y descendientes de miembros de la Asamblea del Sahara de la época española, además de universitarios y un buen número de activistas de derechos humanos. Un número que sigue creciendo exponencialmente, ya que nuevas adhesiones se van sucediendo conforme pasan los días. Por darle un tamiz cronológico a estos hechos, ya desde mediados de 2019 se fueron atisbando diversos síntomas que anticipaban movimientos en el corto-medio plazo. Esta escisión se ha ido acelerando en los últimos meses, puede que de forma irreversible y de consecuencias impredecibles.

Durante los últimos años fueron surgiendo diversas propuestas de ruptura con el establishment saharaui (por ejemplo, Jat Achahid creada por uno de los históricos del Polisario como Mahayub Salek). La última de dichas propuestas había nacido a principios de 2019, bajo el nombre de Iniciativa Saharaui para el Cambio (ISC), impulsada por antiguos ministros del Polisario y cuyo portavoz Hach Ahmed Bericala, hermano del histórico Bujari Ahmed fallecido en 2018, manifestaba en su fundación la necesidad de crear una corriente crítica interna para corregir el déficit democrático que arrastraba el Polisario desde su fundación.

Ante este nuevo reto de pluralismo democrático, el Polisario reaccionó como en otras ocasiones en situaciones similares, con la detención ilegal y trato vejatorio entre junio y noviembre de tres miembros de ISC en el conocido como "caso de los blogueros", los saharauis Fadel Breica -de nacionalidad española- Mulay Abba Buzeid y Mahmud Zeidan, hechos estos ampliamente recogidos por medios generalistas españoles. Esta fue una de tantas gotas que colmaron el vaso, además de liquidar cualquier tipo de oposición, se reprime la libertad de expresión. Algo que también se pudo comprobar en Vitoria el pasado noviembre, en vísperas de la EUCOCO (Conferencia Internacional de Solidaridad con el Pueblo Saharaui) cuando se realizaron escraches, con insultos y amenazas de por medio, a los eventos que la oposición al Polisario celebró en esa misma ciudad en la víspera de esta conferencia anual auspiciada por los amigos de la RASD en España.

Y por fin llegamos a la última parada de esta cronología en diciembre, con la celebración del XV Congreso del Polisario, con profusa representación de políticos y activistas internacionales, españoles y por supuesto, canarios (a estas alturas no creo que haga falta dar nombres). Anunciado a bombo y platillo con la permanente, pero fingida, bravata de la vuelta a las armas como trasfondo, la principal novedad es que no hubo novedad. Los más de dos mil delegados seleccionados para asistir al cónclave se limitaron a ratificar documentos aprobados previamente por una comisión preparatoria, conformada esencialmente por miembros o allegados a la dirección. Los estatutos de la organización quedaron intactos, imposibilitando cualquier atisbo de apertura política reivindicada por los sectores más críticos, que permitiese una mayor pluralidad y democracia interna. Incluso hubo retrocesos, ya que se derogó la norma estatutaria que limitaba a dos los mandatos del Secretario General. Y por supuesto, no se permitió la participación en el evento a ningún tipo de oposición que amplifique el espacio político saharaui hacia el grueso de la población.

Una población que asiste una y otra vez con resignación a la 'bunkerización' de una cúpula cada vez más acomodada en puestos de privilegio y beneficios pecuniarios, distanciada de una población joven que vive en el hastío de la indefinición permanente mientras se la ignora y niega su cuota de representación en los órganos de poder.

Lamentablemente la dirección del Polisario se ha refugiado de nuevo en sus trincheras de resistencia, perdiendo la oportunidad para la renovación y adaptación al siglo XXI. Si estas iniciativas saharauis opositoras no encuentran su encaje como corriente interna reconocida, se ven abocadas a erigirse como un referente alternativo, con una representatividad no menos legítima, del pueblo saharaui.

Bajo este perfecto caldo de cultivo recién detallado, emerge hace escasos días el proyecto de Movimiento Saharauis por la Paz, con la vocación de representar sensibilidades y opiniones de importantes y diversos sectores de la población saharaui no identificados con las posiciones y proyectos políticos e ideológicos del Frente Polisario. Se trata de una experiencia inédita que pretende romper con el viejo modelo, e introducir en la sociedad saharaui la tan necesaria cultura de la diversidad política y del multipartidismo, que tanta falta le hace para situarse en los niveles de desarrollo y modernidad del siglo XXI.

Lo que ocurra a partir de ahora aun no lo sabemos. Sí que conocemos las primeras reacciones contra este movimiento. Como no, las de siempre, en referencia a la implicación de Marruecos en este asunto, algunas de ellas hilarantes. Son las viejas acusaciones de cabecera, que utilizan la 'conspiranoia' ante cualquier situación que sugiera un cambio en el orden establecido, evidenciando una absoluta ausencia de autocrítica. Porque para los que dirigen en Tinduf, o para muchos saharauis que residen cómodamente en España y apoyan al Polisario, resulta más fácil desviar la atención y disfrazar de felonía ajena lo que en realidad podría considerarse traición propia, a los suyos. Una palabra que funciona muy bien porque apela a las emociones para tapar sus excesos, y que allí está muy arraigada para estos casos. Porque en esto que ahora se ha venido a denominar como posverdad, se manejan como pez en el agua.

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