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Javier Durán

RESETEANDO

Javier Durán

Llamarla "de reconstrucción"

Sin llevarle la contraria, faltaría más, a los verseadores del desastre, creo que llamar "de la reconstrucción" a la comisión encargada de volver a equilibrar la actividad socioeconómica del país se me antoja hiperbólico. Primero, porque nos sitúa de inmediato en un escenario de edificios semiderruidos por las bombas de una guerra, y segundo, porque en un país necesitado de una reconstrucción, en el sentido estricto del término, la gente no sale a primera hora de la mañana a hacer deporte tras un tiempo de confinamiento, o está desesperada por la apertura de las cafeterías para tomarse una cerveza fría. Pero hay que tener en cuenta que esta crisis sanitaria también ha sido la de la profusión de palabros tan robóticos como la "nueva normalidad". Bajo la gestión política de la pandemia se ha cobijado un imponente aparato propagandístico. Sus epicentros claros han sido el científico-asesor, con Fernando Simón y su estética personal enternecedora (o por lo menos ha enternecido en plena eclosión), y en el otro extremo Pedro Sánchez, con un discurso-pánico en ascenso, pero siempre dispuesto a ofrecer protección. Y como elemento más impactante de la puesta en escena, la militarización, jefes uniformados cuya presencia intimidaba (igual que los soldados en la calle). Todo esto ha sido por fases, igual que la desescalada. Por ello no resulta sorprendente que haya nacido una Comisión de la Reconstrucción, aunque no haya tractores en la calles amontonando escombros, ni tampoco aliados buscando entre los restos el búnker de los minutos anteriores del hundimiento. Pero hay que seguir imponiendo la idea de que los políticos se sacrifican, algo que no pongo en duda, y para transmitirla nada mejor que "la reconstrucción". Una vez que se rinda homenaje a los fallecidos (a ver si logran ponerse de acuerdo), un día sí y otro no tendremos noticia de por dónde va la reconstrucción, cuánto se va a dedicar a reconstruir, cómo se va a acometer el plan de reconstrucción, qué organismo internacional va a poner el dinero necesario. Reconozcamos, en todo caso, que el nombre impresiona, aunque no sé si lo suficiente para evitar que los de Bruselas nos metan en un plan de rescate. Sánchez desearía ablandarles el corazón.

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