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ANÁLISIS

La necesaria transición a la federación

Hace 70 años el francés Schuman convirtió la esperanza de millones de ciudadanos en un acto de hermandad y dio el primer paso hacia la Unión Europea

La fecha del 9 de mayo nos recuerda el nacimiento del proceso de integración europea y tiene un valor simbólico significativo.

Este año celebramos el 70 aniversario de la histórica conferencia de prensa, convocada el 9 de mayo de 1950 en el Salón Quaid'Orsay en París por el entonces ministro francés de Asuntos Exteriores, Robert Schuman.

Robert Schuman lanzó un nuevo plan de cooperación europea en el ámbito del carbón y el acero, previendo la superación de la rivalidad entre Francia y Alemania y sentó las bases de una amistad y cooperación duraderas entre los pueblos.

Efectivamente, la Declaración Schuman fue un acto formidable, a través del cual no solo se selló el final de una era de conflicto, que duró más de dos siglos entre Francia y Alemania, sino que además marcó el comienzo de una estrecha colaboración que favorecería un proceso de desarrollo europeo. Integración a la que los otros Estados de nuestra Europa se unirían gradualmente.

Con esta declaración, de hecho, se lanza el proyecto de integración europea.

Schuman declaró abiertamente la voluntad de Francia de dejar de lado cualquier rencor contra Alemania para embarcarse conjuntamente en este nuevo camino hacia un futuro económico y político de desarrollo democrático.

Cuando este proyecto comenzó en nombre de la paz y la solidaridad en la década de 1950, el carbón era la principal fuente de energía. Gracias a este acuerdo económico del carbón y del acero, este camino en conjunto devino posible, así como el comienzo del proceso de integración entre las naciones europeas adheridas a través del establecimiento de una Alta Autoridad.

En el momento en que, a última hora de la tarde del 9 de mayo de 1950, Schuman declaró que hubo una guerra porque Europa no se había creado, solo habían pasado cinco años desde el final de la Segunda Guerra Mundial.

Esta guerra nació de la degeneración del concepto de nación en nacionalismo, que idolatra el poder y la capacidad de autoafirmación de un Estado que lucha con otros. Del nacionalismo a la guerra solo había un paso, ya que la guerra no se consideraba una locura, sino una consecuencia necesaria y lógica del poder.

Precisamente en esa Europa, todavía cubierta de escombros y muertos, Robert Schuman tuvo la audacia de transformar el carbón y el acero, recursos utilizados para la guerra y contención durante más de ochenta años entre Francia y Alemania, en instrumentos pacíficos de reconciliación.

En el comunicado de prensa, Schuman anunció que Francia y Alemania se habían reconciliado: el primero, como ganador, se acerca al derrotado para así deshacerse de todas las causas que llevaron a la guerra.

Las palabras de Schuman son muy incisivas y fuertes, cuando afirma que "la paz mundial no puede salvaguardarse, a menos que se realicen esfuerzos creativos, proporcionales a los peligros que la amenazan" y cuando afirma que "Europa no se puede crear de inmediato ni construirse en conjunto; sino que surgirá de logros concretos que, en primer lugar, crean una solidaridad de facto".

Su acción valiente y con visión de futuro abre la puerta a un futuro radiante para toda Europa, en el cual los pueblos pueden entenderse, para completar un trabajo de unidad común basado no solo en la economía, sino también en los valores espirituales y culturales de Europa.

La Declaración de Schuman es claramente el documento fundacional del proceso de unificación europea. Con ella comenzó la construcción efectiva de una Europa unida y se hizo una contribución decisiva para la realización de la paz.

Ya el 5 de agosto de 1943, Jean Monnet, amigo y asesor de Schuman, dijo: "No habrá paz en Europa si los Estados se reconstituyen sobre la base de la soberanía nacional. Los Estados europeos son demasiado pequeños para garantizar a sus pueblos la prosperidad y el desarrollo social necesarios. Las naciones europeas deberán unirse en la federación".

Para unir a Europa se eligió el camino de la armonización de las economías. A través de "pequeños logros", paso a paso, confiaba en poder

alcanzar la unidad política.

Setenta años después de la Declaración de Schuman, el gran progreso realizado por la integración europea es evidente. Estos desarrollos demuestran claramente la validez de la elección realizada en 1950 para superar la simple cooperación intergubernamental e introducir la perspectiva federal en la política de unificación europea.

Aunque se han logrado avances significativos en el proceso de integración europea, el objetivo final, después de 70 años, aún no se ha alcanzado. Por lo tanto, debemos cuestionarnos si la Declaración de Schuman sigue siendo relevante. Esta pregunta debe plantearse, ya que hay muchas voces que hoy disputan y niegan que el proceso de integración europea deba o pueda llevarnos a la creación de un estado federal.

Nosotros, por nuestra parte, estamos firmemente convencidos de que la tesis federalista es totalmente actual y que la Declaración de Schuman de 1950 aún conserva valores de gran relevancia en la actualidad.

La necesidad de alcanzar el objetivo final de la Declaración, la federación europea, por lo tanto, sigue siendo urgentemente relevante, así como la estrategia del núcleo de vanguardia indicado por ella también es actual. De hecho, como ya comentamos, Schuman declaró que Europa no se puede construir en conjunto, sino que surgirá de logros concretos. Esto significa que deben realizarse todos los progresos posibles en el marco del Tratado de Lisboa, especialmente en lo que respecta al gobierno económico europeo y el papel internacional de la Unión Europea.

También es necesario iniciar, sobre la base de los países disponibles, un proceso de transición hacia la federación europea.

Esto significa la transferencia a un nivel europeo de soberanía en materia de política exterior, seguridad económica, al menos en aspectos generales, con la asignación de recursos financieros y medios suficientes para permitir una capacidad adecuada de acción y gobernanza. También es necesario prever la creación de una Constitución, prestando una atención respetuosa a la voluntad de unirse a este proyecto más tarde, por parte de los Estados que quieran hacerlo.

En conclusión, debe recordarse cuidadosamente que, desde el odio, la discordia, la lucha fratricida, Schuman hizo florecer los brotes de paz y convirtió la esperanza de millones de ciudadanos en un acto concreto de hermandad.

Este acto parece obvio hoy y podría volverse muy incierto si los europeos no aprendieran la importante lección del 9 de mayo de hace setenta años.

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