La Provincia - Diario de Las Palmas

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PUNTO DE VISTA

Las caceroladas

Los días van pasando y junto a la espontánea naturalidad del vivir vemos el reposado temple de unos y la agitación de otros. Hay cosas que ni con habilidad intelectual se entienden (sonrío) supongo, que al carecer de profundidad, son acontecimiento errante que se pierde junto al recreo del impulso. Si levantara la cabeza Santa Teresa de Jesús, y viera para qué sirven a día de hoy las cazuelas, se querría volver a quedar en el sepulcro. Ella, que por excelencia era la exactitud del pensamiento reposado que entronca con la prudencia y el silencio. Sí, ella, la maravillosa mujer que escribió El libro de la vida.

Las personas que ven en el ruido una "manifestación", creo que no han pensado, que junto al enojo se pierde la actitud razonadora. La crítica que está fecundada con el pensamiento, siempre es estimulante, junto a la misma (normalmente) no existe la más leve sombra de ignorancia. Pero, díganme, ¿qué correspondencia hay entre el ruido y la crítica? Junto al barullo (opinión subjetiva) uno tiene la molesta sensación de estar en un callejón sin salida. La verdad, hay un momento en que lo turbulento se apodera de nosotros, y para salir de ahí, uno tiene que pagar con el rédito de la cólera. Qué estúpido ¿verdad? hablar de humanismo en los tiempos que corren. Ellos, con todas sus utopías le dieron la bienvenida al pensamiento; y nosotros (los más "eruditos" de todos los tiempos) se la damos al ruido, claro qué sí, una forma muy "elegante" y "armónica" de expresar lo que pensamos. Es la leche elevarse entre sonidos tan repetitivos, además compuestos en un momento y sin partitura; creo (por lo que veo) que hay innumerables formas de tocar las cazuelas, la más imperante y socorrida es con una cuchara de madera. Y digo yo, si todas las pasiones, en algún momento tienden a subir a la cabeza, ¿veremos, próximamente, a algunas personas completar el instinto? Qué propósito,sí, llevar una cazuela en la cabeza y tocarla con las neuronas. Sería genial, convertir semejante artilugio en un símbolo de la historia del pensamiento...

Lanzarse al ruido es no comprender que la voz que más tarde llega es la que nos distancia de la razón. Muchas personas ven en el silencio condescendecía, yo personalmente, veo prudencia y sabiduría; de los clásicos aprendí que las personas que más fuerza tienen, son las que son conciencia que piensa antes de hablar. Muchos de ellos (ahí está su legado) fueron un compendio de silencio y soledad; si desmenuzamos sus textos, podemos ver que la mayoría de las veces, el silencio es la espada invisible que vence con sabiduría. Creo que las personas que transforman el enojo en acto irresponsable no piensan. Debatir es saludable, pero andar con cazuelas haciendo ruido y siendo recreación de histerismo, no sé yo; los impulsos, tarde o temprano, son tardío lamento que nos recuerda los beneficios de pensar las cosas antes de hacerlas o decirlas. Además, por si fuera poco, los muy cabrones nos roban la sensatez, y nos dejan mentalmente inoperantes.

Muchos días, escucho los trinos de los pájaros, junto a ellos encuentro la alegría expresada desde el sentimiento y me transporto a un mundo alejado del aturdimiento y la ensoñación. Se lo recomiendo, junto a ellos (es curioso) la insistencia no resulta molesta. Los pájaros y el Duero son mis poetas, los que a diario me recuerdan que la vida brota del alma y los que me hacen ver la infinita línea del horizonte.

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