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OPINIÓN

Gonzalez, Rubalcaba y el insalud, el error de descentralizar la sanidad

En el primer aniversario de su fallecimiento, Alfredo Pérez Rubalcaba fue recordado como una de las principales figuras del PSOE posfranquista; es decir, del PSOE renovado del interior, de aquel que desplazó al PSOE que regresaba del exilio ( el PSOE de Llopis para entendernos) con el apoyo de la poderosa socialdemocracia alemana. En la foto del fundacional "clan de la tortilla" sevillano no figuraba Pérez Rubalcaba, que se incorporó más tarde al círculo de la máxima confianza de Felipe González. Y ahí siguió en años sucesivos marcando las líneas de lo políticamente correcto hasta acabar de vicepresidente del Gobierno con Rodríguez Zapatero, y más tarde secretario general del partido y candidato frustrado a la presidencia del gobierno contra Mariano Rajoy.

Luego, el PSOE se convirtió en lo que Santiago Carrillo había descrito como una " jaula de grillos" y Rubalcaba tuvo que contemplar desde el "tendido del siete" ( así se llama al sector de aficionados que guardan las esencias taurinas en la feria de San Isidro) como la candidata del aparato, Susana Díaz, acababa siendo derrotada por Pedro Sánchez y su guerrilla. A partir de entonces, Rubalcaba volvió a su cátedra en la facultad de Químicas, y se retiró de la primera fila de la política. Y ahí estaba cuando falleció.

Los elogios a su trayectoria como hombre público menudean, aunque entre todos destaca el que le ha dedicado Felipe González en un importante periódico. El mismo desde el cual acostumbra a disparar "fuego amigo" contra todos los que asoman la cabeza para proponer alguna actuación que le disgusta. Que últimamente son muchas. Por ejemplo, la formación de un "Gobierno Frankestein" (maldad que González atribuye a Rubalcaba) que hace casi imposible la formación de un proyecto político estable. O, por ejemplo, una actuación coordinada para combatir la pandemia del coronavirus que "amenaza nuestro modo de vida, nuestra economía, y nuestro empleo". Una tarea, esta última, en la que se hace necesaria la presencia de políticos como Alfredo Pérez Rubalcaba, de esos que son capaces de aportar voluntad y talento para acercar posiciones en busca del interés general.

El artículo rezuma nostalgia por la pérdida de un amigo y compañero de confidencias. Pero de todos los avatares que compartieron en su larga sintonía hay uno del que González se manifiesta especialmente orgulloso. "Tu y yo somos supervivientes del Sistema Nacional de Salud que montamos". Una afirmación rotunda que solo es cierta en parte. Efectivamente, el Insalud fue creado en 1978 como entidad gestora de la Seguridad Social (aún gobernaba Suárez); y en 1981 se transfirieron sus competencias a la comunidad autonóma de Cataluña (gobernaba Calvo Sotelo). Pero fue a partir de la llegada al gobierno de González que se culminó el desguace de la institución. 1984, Andalucía; 1987, País Vasco y Valencia; 1990, Galicia y Navarra; 1994, Canarias, y, por último, 2001, las diez restantes entre las que se contaba Asturias. El destrozo del Insalud y la creación de 17 servicios de Salud distintos es uno de los errores políticos mas notables, sino el principal, de la renovada democracia española como dolorosamente se ha puesto de manifiesto con la pandemia del coronavirus. Pero, ahora, ¿quien lo vuelve atrás?

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