309 días hace desde que el Gobierno encabezado por Ángel Víctor Torres tomó posesión merced al acuerdo de las cuatro fuerzas del denominado pacto de las flores. En ese casi un año que hemos pasado por casi todo -incendios, apagones, crisis turísticas, la pandemia...- la relación del Ejecutivo con los medios de comunicación y viceversa ha tenido que ser, por obligación, estrecha. A la fuerza ahorcan. En todo ese tiempo, ni en situación de emergencia ni cuando la calma aburría, ha habido una sola rueda de prensa posterior al Consejo de Gobierno que empezara puntual. La impuntualidad no son diez minutos, o la media hora habitual de legislaturas pasadas que los periodistas asumen como parte del oficio. El cuatripartito alarga sus incumplimientos horarios hasta tres horas después de la que marca la convocatoria. Algún responsable del Gobierno debe creer que el tiempo solo es importe cuando se trata del suyo. Y si ya desespera esperar la paciencia se pierde del todo ante el chiste fácil, las gracietas, las inconcreciones o los "no me acuerdo" del consejo portavoz ante las preguntas de los periodistas. Las historias de abuelo cebolleta de Julio Pérez hacían gracia al principio, 300 días después no parece de recibo que no conteste a las preguntas porque no se ha preparado el tema, o bien "sí se habló de eso, pero no sé exactamente" o "creo yo que...", "en mi opinión..." aún cuando su parecer poca cosa tenga que ver con la opinión expresada por el Gobierno en diferentes foros. A una rueda de prensa transparente no se va a compadrear.