La Provincia - Diario de Las Palmas

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ESCRITOS ANTIVÍRICOS

Las partes de la oración

Del verbo emana la acción y, salvo el sujeto, que es esencial para formar una frase, pues es quien ejecuta el verbo, lo demás son accidentes prescindibles. La frase "yo como" se basta por sí misma. "Yo como" y punto, como y se acabó. En este confinamiento el encerrado forzoso tiene tiempo para pensar en cosas así, como qué es esencial y qué sobra en una frase, asunto que, por lo demás, ni es novedoso ni le hará descubrir la pólvora.

"Yo como" es una frase completa. Se puede enriquecer con detalles, con "tarta de chocolate", que es un complemento directo, o con un complemento circunstancial de lugar, "aquí", de tiempo, "ahora", de modo, "a toda prisa". Es decir, "yo como tarta de chocolate aquí, ahora, a toda prisa". De esto, aparentemente tan sencillo, cree el encerrado forzoso que pueden aflorar problemas de calado sobre los que medita distraídamente.

Por ejemplo, el verbo "comer" impide el desarrollo de una frase con objeto indirecto. No se puede decir "yo como tarta de chocolate a María aquí, ahora, a toda prisa". No obstante, con el uso erótico del verbo comer y la connotación erótica aplicada a tarta de chocolate más el determinativo aplicado a esa "tarta" figurada sí cabe el objeto indirecto, por ejemplo, "yo como a María la tarta de chocolate", o con los pronombres en lugar de los nombres, "le como la tarta de chocolate". No, las cosas del lenguaje no son tan sencillas y las más inocentes frases pueden conducir a lugares insospechados.

El encerrado forzoso reconoce que ha forzado la frase "le como la tarta de chocolate" al extremo de lo gramatical y semánticamente correcto, pero se disculpa aduciendo que ha recurrido a una licencia literaria y a una prueba fehaciente del "desvío" de la norma del que lo poético disfruta y sobre el cual tan bien trabajaron los formalistas rusos. Luego, el encerrado forzoso vuelve a la idea inicial donde afirmaba que sujeto y verbo bastan para construir una frase completa para, a continuación, preguntarse qué sucede con "llueve". "Llover" es un verbo impersonal y, por lo tanto, no precisa de sujeto, porque la lluvia no es quien llueve sino lo que llueve. El encerrado forzoso duda, se impacienta y se pregunta ¿"La lluvia llueve" y "lluvia" es el sujeto? ¿O "llueve la lluvia" y lluvia es el objeto?

La cosa se pone peliaguda y el encerrado forzoso comienza a marearse. Para distraerse, consulta su correo electrónico, pero se encuentra con que allí su traductora le plantea un problema de lenguaje de complejo discernimiento: "he estado trabajando en la mejor traducción para 'el encerrado forzoso', pero es un asunto de difícil solución. Me gusta 'the reluctant captive' porque 'forced prisoner', aunque se acerca al sentido literal del original, no es una expresión ni familiar ni sugerente en inglés. 'Reluctant' tiene una connotación diferente a 'forzoso', así que 'captive' es, creo, la mejor traducción para 'encerrado'. Decimos 'he was a captive audience' cuando la audiencia no tiene otro remedio que mirar y, además, 'captive' también se refiere a un prisionero".

El correo de Ellen, que así se llama su traductora, lo bombardea con comentarios que, aunque importantes, lo atosigan hasta lo indecible. Y continúa Ellen, de manera insidiosa, con sus preguntas: "¿Cómo te ves a ti mismo?, ¿como un prisionero o como un cautivo? 'Prisoner' es una persona encarcelada en una prisión mientras se celebra su juicio o cumple sentencia, mientras que 'captive' es alguien que ha sido capturado o que está confinado por algún motivo".

"¿Qué piensas?" le pregunta su traductora al encerrado forzoso al final del correo, "aquí tienes las opciones: 'the reluctant captive', 'the reluctant prisoner', 'the forced prisoner', 'the compulsory captive', 'the obligatory prisoner'; tú decides". El encerrado forzoso, impaciente y aturdido, tiene el impulso de ponerse a leer para distraerse con algo divertido pero con gran desazón ve que sobre su mesa de noche descansa la edición "paperback" de Princeton University Press que compró en Washington University en 1989 de The Prison-House of Language de Fredric Jameson.

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