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Educación y la Covid-19 en Canarias: crisis de gestión

Nos hemos encontrado con la triste noticia de la crisis en la Consejería de Educación, Universidades, Cultura y Deportes. Dimisión, primero, del Director General de Innovación, Ordenación y Calidad Educativa y al día siguiente la de la consejera. Desgraciadamente, estamos asistiendo a la crónica de una muerte anunciada, según el devenir de los acontecimientos. El malestar en los diferentes sectores era patente y en los últimos días, aumentó, por parte de los diferentes agentes del sistema, profesores, con sus representantes y equipos directivos de los Centros y también con los representantes de los padres y madres.

Si en todo este tiempo, se había extendido la opinión de lo importante que era aprovechar el momento para salir de esta crisis apuntalando un sistema educativo de más calidad y acorde a los tiempos que vivimos, este hecho deja un sabor agridulce y la tristeza para un futuro inmediato, porque a mi, por lo menos, que me expliquen, ahora, cómo una persona que es responsable de Medio Ambiente, Política Territorial, Energía y Aguas, ahora también, será responsable de la Educación en Canarias. Qué importante hubiese sido, elegir a una persona que se ocupe sólo de esta área, se le da más prestancia y se demuestra con hechos la prioridad.

La crisis en la gestión de la educación en Canarias en este periodo surge principalmente, cuando desde éste área, no se ha sabido exponer y consensuar las instrucciones fundamentales para organizar el sistema, junto con la Consejería de Sanidad o incluso con el comité de expertos que está creado, ayudando y respaldando, además, a los equipos directivos de cada uno de los centros educativos.

Pero lo importante es a partir de ahora, no hay tiempo de mirar atrás. Si la educación es la base en un sistema social, ahora tenemos una oportunidad de oro, es sin duda alguna, algo que están esperando los principales protagonistas del sistema, profesores, padres y madres y alumnos y alumnas. Si esta crisis se ha producido por la falta de objetivos claros y hacia dónde había que ir, ahora, no cabe duda, que es imprescindible demostrar que poco se avanzará mientras la enseñanza de las primeras etapas del sistema educativo, infantil, primaria y secundaria; no sea una prioridad en inversión de recursos, en atención institucional y como centro de interés social. Dicho con otras palabras, mientras no se mejore la aportación de recursos y la calidad en estos niveles de enseñanza, la educación universitaria, tendrá carencias difíciles de resolver.

Lo primero que les digo a mis alumnos del Grado de Educación Infantil en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, cada vez que comienza el curso, es que son miembros de una de las profesiones más importantes de esta sociedad y que dentro del sistema educativo es vital, la labor que ellos hagan para el futuro de esos niños y niñas.

Y para ello, lo primero que hay que hacer desde los partidos políticos y desde las administraciones, es estar convencidos y llevarlo a la práctica, de que toda mejora del sistema educativo, toda reforma, necesita del profesorado y no hacerla a espaldas de ellos. Ninguna medida en educación se puede tomar sin el consenso de los docentes, que son al final, quienes la aplican. Reconocer, definitivamente, la importancia del docente. Quien mantiene en pie, actualmente, el sistema es el profesorado con su trabajo diario.

Es imprescindible, de una vez, un pacto de mínimos para que la educación no sea moneda de cambio. Hay que buscar un gran pacto educativo a nivel regional, la educación no puede seguir al arbitrio de quien gobierne. Ya no se educa de la misma manera que hace 20 años y las necesidades de la sociedad han cambiado en cuanto a la preparación necesaria de sus jóvenes generaciones. Es necesaria la reforma educativa, porque hasta ahora, sólo se han puesto parches.

Tampoco hay que olvidar que la participación de los estudiantes sea más efectiva, que las infraestructuras mejoren en cuanto al nivel de mantenimiento y adecuación, evitar las ratios elevados para una mejor atención a la diversidad y también, entre otras acciones, mejorar la apuesta por la enseñanza entre 0 y 3 años. En esto último, Canarias tiene un déficit, hasta hace poco, considerando la población total de menores en esta edad en toda Canarias, resulta que la cifra de niños y niñas matriculados en el primer ciclo de Educación Infantil en Centros Públicos es sólo del 4,5 %.

En el Informe sobre la situación de la infancia y la familia en Canarias de 2018, elaborado por profesores de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y de la Universidad de La Laguna, hay un apartado referido a distintos aspectos de ámbito preventivo, que son fundamentales para actuar y ser conscientes de qué acciones hay que impulsar en nuestro contexto más próximo. Uno de ellos es el de la educación. Pues pongámonos a ello, de una vez. El debate no es de cantidad, sino de mejorar la calidad.

José Miguel Álamo Mendoza. Secretario Ejecutivo de Educación, PP de Canarias. Vicesecretario Acción Sectorial PP de Gran Canaria. Master en la Educación en Competencias

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