La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

EL ANÁLISIS

Un sistema sustentado en la violencia genera acciones violentas

En 1972 Angela Davis hablaba desde la cárcel de su infancia en Colina Dinamita, en Birmingham, en el Estado sureño de Alabama, un lugar que acabó llevando ese nombre por la fea costumbre del Ku Klux Klan de hacer saltar por los aires las casas de las familias negras; Angela recordaba cómo temblaban los muros de la suya cuando alguna de las bombas estallaba en su calle, también a su padre armándose para defender a su esposa y a sus hijos, a sus amigos muertos, y cómo la vecina llegó un día corriendo a pedirle a su madre que la llevara en coche hasta la iglesia, que había volado por los aires, a buscar a su hija y al llegar solo encontraron despojos humanos. A medida que avanza en la narración el rostro de Angela, que tenía por aquel entonces 28 años, empalidece y se le acentúan las ojeras, como si el dolor se la estuviese comiendo por dentro.

Davis se escandalizaba cuando su entrevistador retorcía sus preguntas para forzarla a pronunciarse sobre la legitimidad de la lucha armada. La grabación circula por internet. "¿Me estás preguntando por la violencia?", le suelta ante la cámara con una media sonrisa, dispuesta a seguirle el juego, y lanzando una argumentación difícil de rebatir. Le habla de la violencia sistemática, del acoso policial a los ciudadanos negros, de sus primeros años en Colina Dinamita y, estupefacta, le devuelve la pregunta: "¿Me preguntas a mí si apruebo la violencia?". "Cuando alguien me pregunta a mí si apruebo la violencia? ¡es que me parece increíble! Es que no sabe lo que la gente negra ha sufrido en este país, desde que el primer hombre negro fue secuestrado en las costas de África", le escupe.

Angela Davis sostenía que un sistema sustentado en la violencia engendraba reacciones violentas. Los ataques racistas contra las comunidades negras hicieron que los hombres organizaran patrullas para defenderse. Los miembros de las Panteras Negras empezaron llamándose Partido Pantera Negra de Autodefensa. Davis, militante del Partido Comunista de los Estados Unidos desde los años setenta, comulgaba con sus principios y, aunque no está claro que llegara a integrarse en la organización, sí mantenía una relación muy estrecha con ella. Ella daba sustento filosófico al programa de las Panteras, que entre otras reivindicaciones de carácter económico y social pedían el fin de la brutalidad policial y los asesinatos de negros.

Cincuenta años después, la que por ahora sigue siendo la primera potencia mundial, sigue en las mismas, y si la pandemia de coronavirus parecía hasta hace unas semanas una realidad distópica, lo que está ocurriendo estos días en Estados Unidos no se queda atrás. Así estamos. El asesinato de George Floyd en Mineápolis, Minesota, retrotrae a los Estados Unidos a los años sesenta y setenta, la época en la que las Panteras Negras patrullaban por las calles y Angela Davis llamaba a la revolución con un megáfono en el campus de California. Las Panteras tuvieron un turbio final, con el FBI de por medio, con escisiones internas y refundaciones, y Davis fue suavizando ligeramente su discurso y ahora viaja por el mundo dando conferencias sobre antirracismo y feminismo. Ambas cuestiones siguen abiertas y el círculo de la violencia continúa sin cerrarse.

Compartir el artículo

stats