La Provincia - Diario de Las Palmas

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ESCRITOS ANTIVÍRICOS

Fútbol

En fase de desconfinamiento el encerrado forzoso ha pasado a ser liberado a medias. El cambio es ventajoso, no cabe la menor duda. Es mejor ser "liberado a medias" que "encerrado forzoso", aunque, a decir verdad, al otrora "encerrado forzoso" y ahora "liberado a medias" no le resulta plenamente satisfactoria su nueva situación. Mantener la distancia social es un martirio para su talante cariñoso, muy de abrazos y besucón, la repetitiva advertencia de que el virus está al acecho no lo deja relajarse de verdad y el uso de mascarilla le produce un picor facial difícil de soportar, especialmente cuando le da al calor por apretar duro.

El liberado a medias no puede abstraerse del ambiente de tensa calma que todo lo inunda, ni siquiera cuando se toma un café frente al mar en la avenida de la Playa de Las Canteras. A veces, para distraerse, el liberado a medias enciende el televisor y se detiene en la sección de deportes del telediario. El intento es, a menudo, fallido. Ni siquiera en los deportes el virus desaparece. En plena desescalada los equipos de zonas con pocos contagios quieren volver a llenar las gradas de sus estadios y tal pretensión aviva la polémica "estrella" del desconfinamiento progresivo: o salud o economía.

El fútbol, más que un deporte, es un negocio. Y el coronavirus lo está demostrando. ¿Qué otra razón que no sea el lucro justifica que el fútbol haya tenido gran presencia en la sección de deportes de las noticias de televisión incluso cuando no se jugaba ningún partido? En las etapas más duras del confinamiento, cuando ni siquiera se planteaba la posibilidad volver al terreno de juego, nunca dejó de ser el fútbol el centro de las noticias deportivas; que si tal jugador tiene un esguince de tobillo, que si tal otro ha hecho una fiesta en su casa, que si estotro se entrena en el jardín y está muy ilusionado con la vuelta, que si esotro once más once y la pelota es redonda, que si el de más allá no quiere firmar un contrato con tal equipo, que si esto y aquello y lo otro y lo de más allá y nunca acabar.

Los informativos se han ocupado día sí y otro también de un fútbol fantasma, una nueva modalidad de fútbol, que ni se ve ni se juega. Cuando comenzaba a prestarse relevancia mediática al deporte femenino, en realidad no era al deporte femenino al que se prestaba atención sino al fútbol femenino. Ha logrado el fútbol que se dé fútbol por deporte, o, en otros términos, gato por liebre. La sección de deportes no es de deportes, es de fútbol, y el deporte femenino no es deporte femenino, es fútbol femenino. El fútbol es una suerte de coronavirus que acaba con la biodiversidad deportiva y con la salud mental de la gente.

El liberado a medias se pregunta por qué a la mayoría de las mujeres va a interesarle un juego tan aburrido. También se pregunta si será cierto que a la mayoría de los hombres interesa el fútbol. A él, por ejemplo, le importa un pimiento ¿No será que no hay opciones suficientes y que los media condicionan lo que se ve y lo que no se ve? ¿No será simplemente que hay tanto dinero en juego que los grandes equipos masculinos quieren que sus filiales femeninas sean también pingües negocios y que queden marginados otros deportes que podrían ser de gran interés general: el atletismo, las artes marciales, la lucha canaria, el tenis de mesa, la petanca?

No será el liberado a medias quien responda a esas preguntas que él mismo se hace a sí mismo, pero duda de que a la mayoría de las mujeres que les interesa el deporte les interese en primer lugar el fútbol, incluso duda de que a la mayoría de hombres interese el fútbol por encima de todas las cosas. El nuevo opio del pueblo, el fútbol, se alía con otros opiáceos de gran poder: los videojuegos, la "música" (sic) de djs y el reguetón, la nueva espiritualidad conspiranoica, los debates a gritos, el machismo barato, la cosificación del cuerpo femenino y la política partidista y populista bien nutrida de clichés de pacotilla. Y mientras estas adormideras proliferan, el planeta Tierra se atiborra de tóxicos hasta decir basta. Sí, el planeta Tierra sigue girando, pero lo hace como una pelota de fútbol, que arrastra mucha basura en cada una de sus vueltas sobre sí misma.

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