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EL ANÁLISIS

Resetea, que algo queda

El Foro de Davos sigue haciendo honor a su significado en asturiano. Esta vez nos regala un nuevo concepto llamado a circular bastante: el gran reseteo. Para mi madre, confinada, explicaré que resetear es un verbo moderno, inicialmente informático, que significa "reinicio". Tan es así que el tratamiento de textos de mi ordenador me sugiere corregir el título de esta tribuna.

Quizás por eso la Real Academia de la Lengua Española no ha aceptado (aún) incluirla en su diccionario. Sin embargo, el anglicismo aporta algunos matices, como una vuelta al principio tras un fallo sistémico. Cuando reseteas la computadora o el teléfono móvil, usualmente forzado por alguna pifia, pierdes algo o mucho de lo trabajado; las últimas aportaciones. Quizás lo más importante, aunque también el origen de los problemas causados.

En el mismo sentido, Klaus Schwab, fundador y presidente del World Economic Forum, más conocido como Foro de Davos, se descuelga con un manifiesto donde nos anima a actuar conjuntamente ("y con rapidez") en la renovación de nuestras sociedades y economías en "todos los aspectos", desde la educación hasta las condiciones laborales, en todos los países, ("desde los Estados Unidos hasta China") y transformando todos los sectores. Dicho de otro modo, Schwab concluye que nos hace falta ese "Gran Reinicio" del capitalismo. Si no lo veo no lo creo.

Sabrán que el Foro se financia con las contribuciones del millar de empresas que facturan más de cinco mil millones de dólares, cada una. Vemos cada mes de enero a sus ejecutivos junto a algunos grandes líderes políticos mundiales en la Asamblea Anual del complejo turístico de los Alpes suizos (Davos). Así que estas declaraciones de refundar el capitalismo no proceden de melenudos ni antisistema. Don Klaus se nos hace mayor y termina su declaración en tono emotivo: "La tragedia no tiene por qué ser el único legado. Al contrario, la pandemia representa una oportunidad, inusual y reducida, para reflexionar, reimaginar y reiniciar nuestro mundo y forjar un futuro más sano, más equitativo y más próspero".

En un apasionado discurso de Kristalina Georgieva, la jefa del Fondo Monetario Internacional -otro de los grandes iconos del capitalismo- apela también a reconstruir la economía mundial al salir de la pandemia del coronavirus de una manera "más verde, más inteligente y más justa". Parecería que todos se han vuelto socialdemócratas. Hasta el actual presidente de Microsoft, Brad Smith, se suma al mensaje. Esto recuerda más al Lázaro, levántate y anda.

El fundador de Davos había señalado varias veces qué tipo de capitalismo queremos. Hace seis meses, ya invitaba a las grandes empresas a la denominada "inversión de impacto" y así buscar beneficios sociales y ambientales, además de financieros. Decidir según la "creación de valor compartido" a largo plazo que permita mejorar los objetivos de todos. Lo cierto es que el primer efecto que hemos percibido en la desescalada es el cierre de varias factorías industriales en España. ¿Estarán Nissan o Alcoa entre las empresas que quieren refundar el capitalismo? ¿Reiniciamos antes o después de cerrar sus plantas en España? Es cierto que cuando los números no salen poco se puede hacer, pero no parece el caso. Nos encontramos en un contexto global de extrema complejidad e incertidumbre no solo económica, sino medioambiental y sanitaria, donde personajes como Boris Johnson, Trump o Bolsonaro parecen dar jaques sin ninguna estrategia y con resultados imprevisibles para las restantes piezas del tablero.

Quizás debemos tener presente la validez del discurso de Barak Obama en 2016 cuando afirmó en su despedida ante Naciones Unidas que "los principios de mercados abiertos y gobierno responsable, de democracia y derechos humanos y derecho internacional (?) siguen siendo los cimientos más firmes para el progreso humano en este siglo". Ese es el marco del tablero que no debería alterar ningún reseteo, por mucho que el economista Nouriel Roubini, conocido por sus predicciones pesimistas -en muchos casos certeras-, anticipe "una década de desesperación".

En fin, hemos recibido muchas lecciones durante esta crisis. Quienes están llamados a ejercer liderazgo político para hacer efectivo el Estado de Bienestar deberían haber aprendido algo también. El encierro sorpresivo de toda la economía llevó a las organizaciones a cambiar de un día para otro a estructuras completamente digitales. Nos volvimos virtuales en facetas impensables. Más conectados, pero también más sensibles y generosos en todas las direcciones. No sólo en extender el teletrabajo de los empleados. La prestigiosa revista Harvard Business Review (otro icono del capitalismo moderno) calificaba de tormenta perfecta la alineación de una generación joven muy digital, con abundante y segura tecnología en el mercado así como la disminución a regañadientes de la resistencia a su uso, por el confinamiento. Todo ello ha permitido sentar importantes precedentes para actividades no presenciales: desde los exámenes online en la Universidad hasta los matrimonios por videoconferencia en el Estado de Nueva York. Esto último no sabemos si sobrevivirá al reseteo. Pero, claro, el amor sigue pudiendo con todo.

Antonio Arias Rodríguez. Economista y funcionario

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