La Provincia - Diario de Las Palmas

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ESCRITOS ANTIVÍRICOS

Preadolescentes

El liberado a medias está tranquilo en casa intentando escribir un escrito antivírico. Ha encendido el ordenador y se ha sentado delante de él a la espera de que un pensamiento, una imagen, una relación de cosas diversas, un sentimiento, una emoción le sirvan de inspiración para un título. Sabe por experiencia que un buen título es como el extremo de un ovillo, que al tirar de él se desenvuelve una madeja, primero sale una palabra, luego otra, luego una frase, luego un párrafo y al final una página con renglones a un espacio, márgenes moderados y letra times new roman cuerpo 12, que es, más o menos, el tamaño medio de un escrito antivírico.

Gérard Genette tenía su razón cuando afirmaba que una novela es la expansión de un título. En el caso del liberado a medias, la expansión del título que busca no tiene como objetivo la vasta extensión de una novela, sino la más moderada de un escrito antivírico. Pero aún así, el título no llega, y no surge ni un pensamiento, ni una imagen, ni una relación de cosas diversas, ni un sentimiento, ni una emoción que sirvan de inspiración y que lo hagan nacer. El liberado a medias espera ante el ordenador y mira la pantalla en blanco. Quiere teclear un título, pero no puede teclear nada porque nada se le ocurre teclear. Se ha quedado tan blanco como la pantalla del ordenador que simula una hoja de papel en blanco.

Atolondrado ante un problema que se torna irresoluble, el liberado a medias percibe un rumor de gente en el pasillo. Un grupo de personas ha salido del ascensor y habla con desconcierto. El sonido es confuso, no se escucha ninguna palabra ni frase concreta, sólo sílabas indiscernibles que salen de voces, agudas unas, de niños o mujeres tal vez, graves otras, de jóvenes o de hombres quizá. Alerta, el liberado a medias se olvida de su búsqueda de título, se yergue en su silla frente al ordenador, coloca en su sitio algunas objetos dislocados y se apresta para una visita inesperada.

No se equivoca el liberado a medias. Suenan unas risas entrecortadas y el tintineo de unas llaves que rozan buscando una cerradura que finalmente da vueltas, cede y se abre. La puerta de su casa chirría ligeramente y da paso a un cúmulo de voces que se agolpan en diversas tesituras, aceradas, hondas, punzantes, y que conforman una pasta auditiva que el liberado a medias identifica sin dudar. Son sus hijos que han venido de la playa con unos amigos, niños todos que rozan la adolescencia, llenos de energía, que se mueven con agilidad y anárquicamente y que todo lo ponen patas arriba por el mero hecho de ser lo que son.

Sabe el liberado a medias que tiene la tarde hecha, que puede irse olvidando del hallazgo de un título y de terminar su escrito antivírico. Los niños se pondrán a jugar y estarán todo el rato haciendo ruido y de aquí para allá y que si esto y aquello y lo de más allá. Sí, un rato tal vez aguanten sentaditos con un juego de mesa, y tal vez otro ratito soportarán estar sentaditos con algún juego de pantalla, pero al cabo empezarán a agitarse, a corretear, a gritar, a reír, a lanzarse cojines y a pelear. Su actividad escrituraria, que requiere reflexión y calma, será un sueño imposible de realizar.

El liberado a medias se siente derrotado: no se le ha ocurrido ningún título con el que hilar su página y con tanto alboroto tendrá que tirar la toalla y posponer la escritura de su texto para el día siguiente. No obstante, el liberado a medias no es hombre que se rinda fácilmente y, en el último segundo, cuando está a punto de abandonar, se le viene a la cabeza aquel soneto de Lope de Vega que cuenta cómo se escribe un soneto, que comienza "Un soneto me manda hacer Violante" y que termina "contad si son catorce, y está hecho". A su mente acude una idea. Es una idea que contradice la tesis de Gérard Genette de que la novela es la expansión de un título y que refrenda lo contrario, que el título es la concentración final de una madeja que se recoge, que el título no es el origen, sino el resultado. Entonces, con gran satisfacción, el liberado a medias cae en la cuenta de que ya tiene el escrito antivírico sobre la página. Sólo queda titularlo. Lo titula y lo termina: "Preadolescentes".

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