A callar. Maldito estómago agradecido. Esto es un escándalo, como deja ver la auditoría de la Sociedad de Desarrollo?.¿Cómo que no es una auditoría? Bueno, pues un informe? ¿Qué el autor del informe qué? No sé nada de eso. Ah, peor, porque ese periódico apoya al régimen. Al régimen de CC, por supuesto. Es irrelevante que CC no gobierne. Coalición Canaria siempre está ahí?Mira el Cabildo de Tenerife? Lleno de gente de CC, qué vergüenza? Lo dicho: CC controla la comunidad autónoma profunda. Tú tienes dos ojos, como cualquier progresista decente, pero CC tiene mil. Y toda la oligarquía empresarial la apoya. ¿Qué la oligarquía empresarial come y cena con dirigentes socialistas en restaurantes en cinco tenedores? ¿Y qué? ¿Acaso los socialistas no merecen comer en un sitio chachi? ¿Eso está reservado a las derechas? Ah, malditos hipócritas. ¿Cómo que el interventor del ayuntamiento avaló nada? Los interventores no avalan nada. Ni los secretarios. Son figurillas accidentales sin ninguna relación con la legalidad de los actos administrativos. Se dedican básicamente a poner sellos, como sabe todo el mundo, y a vaciar las máquinas expendedoras de café y papas fritas. Que quien firma el informe esté investigado judicialmente y en libertad bajo fianza es un dato insignificante porque, ¿sabe usted lo que dice? Que casi todo era ilegal en la Sociedad de Desarrollo. Y no se enteraba nadie. Ni los funcionarios. Ahí estaba Alfonso Cabello, traficando con diamantes de sangre y gastándole la pila al móvil en escandalosas conversaciones con Raymond Reddington, que es su auténtico padre, detalle genético que aparece en el tercer párrafo del folio 24 de la auditoría?del informe? bueno, de ese documento trascendental y terrorífico? ¿por qué al menos se admitirá que es un documento, no? Para mí que era y es un documento. Si está escrito en papel digo yo que será un documento.

Y luego está el otro frente de la conspiración política, mediática y antipática. Arona. El municipio de Arona, José Julián Mena, que ha tenido de convertirse en el Luis XIV del sur tinerfeño para salvar la situación, con el compi Nicolás Jorge sosteniéndole el manto de armiño. No ha dicho todavía Arona c´est moi porque es un estadista sencillo y modesto. Y tal vez porque no sabe francés. En Arona pasa lo mismo que en Santa Cruz de Tenerife. No nos perdonan que lo estemos haciendo bien. Incluso ejemplarmente. Porque antes te veías siempre a los mismos empresarios en las inmediaciones de la Alcaldía y de la Gerencia de Urbanismo. Ahora te los ves a todos, a todos y cada uno de ellos comiéndose las uñas y palpándose los bolsillos, con sonrisas de triunfos o rictus de desesperación. Y eso supone, nada más y nada menos, una profunda y enriquecedora democratización de la gestión municipal, algo que jamás reconocerán nuestros adversarios políticos, que son tantos y tan desalmados que tenemos la mitad del grupo municipal ocupados por quintacolumnistas de Coalición Canaria. Pero Arona está cambiando y seguirá cambiando pese a quien pese y aunque los periódicos se llenen de mentiras pestilentes. No pasarán. Ni ahora ni nunca. El otro día estuvo aquí el compañero secretario general, Ángel Víctor Torres, y se marchó asustado, asustado obviamente de todo lo que se ha hecho en apenas un año. El cambio en Arona es tan obvio que se ha podido ver a Felipe Campos con una chaqueta clara, una camisa blanca y los calcetines planchados. Y seamos francos: eso no lo consiguió nunca ni José Alberto González Reverón.