La Provincia - Diario de Las Palmas

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A la intemperie

Algo se mueve

Cien millonarios de todo el mundo han firmado un manifiesto, (y ya es el segundo en poco tiempo) por el que solicitan pagar más impuestos. Los abajo firmantes, según la noticia leída en El País, tras llevar a cabo un resumen de las secuelas devastadoras de la pandemia, alcanzan la conclusión de que hará falta mucho dinero para socorrer a los afectados. ¿Y dónde se esconde ese dinero? No en las cuentas corrientes de las clases medias ni en las de las trabajadoras, desde luego. El dinero lo poseen ellos, los millonarios, y en proporciones increíbles. Lo sabemos, pero conviene recordarlo de vez en cuando: el 10% de la población mundial acumula el mismo número de bienes que el 90% restante. El dato es escandaloso, inmoral, ilegítimo (aunque legal), además de poco tranquilizador para los propios acaudalados.

La noticia reproduce las primeras líneas del manifiesto, especialmente interesantes, pues rezan de este modo: "No, no somos los que cuidamos a los enfermos en las unidades de cuidados intensivos. No conducimos las ambulancias que los llevan a los hospitales. No llenamos los estantes de los supermercados ni somos los que reparten comida puerta a puerta. Pero tenemos dinero, y mucho".

En efecto, si algo nos ha enseñado la pandemia es que han sido las clases media y trabajadoras las que ha sacado adelante la realidad durante los meses más duros del confinamiento. Si se hubiesen puesto en huelga cualquiera de los sectores relacionados con la logística de la alimentación, del ocio o de la salud, por citar solo tres fragmentos del mecano, habría sido un desastre. Si se hubieran puesto en huelga los millonarios, todo habría seguido igual. Nadie con dos dedos de frente echó en falta que cerraran las joyerías de alta gama, pero si el pan no hubiera llegado a las panaderías y el paracetamol a las farmacias, el tinglado se habría venido abajo.

Si yo dirigiera un periódico, habría colocado esta noticia en la primera página, a cinco columnas, bajo este titular: los efectos saludables de la mala conciencia. No es el caso, pero desde estas líneas ruego con humildad a nuestros dirigentes que tomen nota. Algo se mueve.

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