Vuelve el Gobierno británico a portarse con el de España como solía hacerlo la "pérfida Albión" (expresión favorita de la prensa franquista para referirse a las hostiles maniobras diplomáticas que se urdían en el numero 10 de Downing Street, sobre todo cuando se daba algún contencioso sobre Gibraltar). Bajo la mesa, Londres y Madrid se entendían en lo fundamental, pese a ser el primero la capital de una de las democracias mas antiguas y el segundo la de una dictadura militar con coreografía fascistoide. No obstante, de forma intermitente, la disputa sobre el Peñón entretenía a la opinión pública y se daba el caso curioso de que se convocasen manifestaciones callejeras en un régimen que las tenía prohibidas: el que esto escribe, cuando escolar, fue convocado a más de una y asistió gustosamente junto con el resto de compañeros porque era un pretexto para salir de clase.
El juego de ajedrez diplomático continúa con otros modos y maneras, ya en la democracia. Ahora mismo coinciden el retraso en las conversaciones sobre los efectos del Brexit en la economía gibraltareña y la sorpresiva imposición por Boris Johnson de 14 días de cuarentena a todos los viajeros procedentes de España. Está por ver si un asunto y el otro están relacionados o forman parte de una maniobra de presión para sacar ventaja en los dos casos. De momento, el mas preocupante, parece ser el de la cuarentena.
La medida ha sorprendido porque todavía no han transcurrido 15 días desde que Londres acordó incluir a España en su lista de países con los que se podía establecer pasillos aéreos para asegurar el gran negocio de los millonarios intercambios turísticos. El radical cambio de actitud parece estar justificado por el rebrote en España de contagios por el coronavirus. Según explicó el ministerio de Transportes británico, "nuestra prioridad absoluta es la protección de la salud pública, y hemos tomado esta decisión para limitar la potencial transmisión al Reino Unido. Siempre hemos dejado claro que incorporaríamos a cualquier país en la lista de restricciones si resultaba necesario". El ejecutivo de Pedro Sánchez confiaba no ser incluido en esa lista y ahora debe afrontar una negociación contra reloj para salvar al menos Baleares y Canarias que por ser islas dan más garantías de control de la pandemia. Aparte de ser también el destino turístico favorito de ingleses y alemanes. Baleares, por ejemplo, recibió el año pasado 13,68 millones de turistas internacionales y Canarias, 13,1. Habrá quien vea un comportamiento cínico en el cambio de opinión de Johnson que, como todo el mundo recordará, en un principio tomó a broma el virus y hasta propuso dejarse contagiar para adquirir inmunidad. Luego, el mismo lo contrajo y hubo de ser hospitalizado.
