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Al azar

En el Gobierno hay clases

Es superfluo demostrar que los ministros de Podemos superan ampliamente en cantidad de insultos recibidos a sus colegas del PSOE. Se trata de un comportamiento encomiable, porque solo desde el denuesto puede alcanzarse la pureza en el retrato de la tropa descamisada. La perplejidad surge al afianzar la cantidad con la calidad, para confirmar lo poco que cuesta poner morados a los ídem. Hasta la jauría más desmandada se frena antes de llamar sinvergüenzas o indecentes a ministros como Ábalos o Celaá. Sin embargo, estas imprecaciones les encajan como un guante a Pablo Iglesias o Irene Montero.

A quienes lamentan la desintegración del Gobierno en un lodazal anarcosindicalista, les consolará saber que en el ejecutivo también hay clases. Los autores del protocolo insistirán en que los ministros son insultados en la lógica proporción inversa a su valía. Sin embargo, tampoco se anota ningún logro concreto de los exentos. Si Reyes?Maroto fuera una ministra de Podemos, esta semana hubiera disparado los sismógrafos, por una negociación en la que solo ha faltado que Londres nos bombardeara. Por no hablar de la solemne entronización de una Nadia Calviño que no solo ha protagonizado el fracaso más sonado de la legislatura, sino que encima pretendía culpar a quienes se han negado a votarla en la Unión Europea.

Los insultantes suelen olvidar que el?PSOE no podría gobernar en ningún caso sin Podemos, pero ya se sabe que los perros guardianes de la democracia no atienden a fruslerías como la aritmética. En su penúltimo favor a la unidad nacional, el partido de?Pablo?Iglesias polariza los insultos que en otras circunstancias dañarían al gabinete en pleno. Sánchez estaría preso de unos feroces estalinistas, que le impedirían cumplir con el ultraliberalismo forzoso en La Moncloa. En fin, todos los insultos a Podemos son ciertos, y también demuestran la necesidad de la existencia de Podemos.

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