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PUNTO DE VISTA

La niña a quien eligieron las Musas de Galdós

De una familia firguense integrada por don Luis Arencibia y doña Luisa Santana, la joven Yolandita fue la tercera de aquel ramillete de hijos formado por cuatro señoritas y un varón. "A pesar de ser la del medio, fui una niña feliz. Jugábamos en la calle, incluso al fútbol", recordaba Yolanda Arencibia mientras empezábamos a desgranar sus Episodios Personales durante el desarrollo de una entrañable charla en la ciudad de los faycanes, cuna de ilustres canarios y amigos de don Benito Pérez Galdós, a quien la entrevistada dedicó su último libro 'Galdós. Una biografía', que la hizo merecedora del XXXII Premio Comillas de la mano de TusQuets editores.

¿Qué significado tuvo en su vida aquel librito rojo que tanto le llamó la atención de la biblioteca de su tío? "Pues sí, un librito rojo. No sé si me llamó la atención por su color, pero como a mí me encantaba leer lo cogí, y resultó ser uno de los Episodios Nacionales; Trafalgar, creo".

Y a partir de ahí? "Bueno la verdad es que me gustó tanto que incluso decidí que mi próximo regalo deberían ser las obras completas de Galdós, lo cual sorprendió mucho a mi tío y a mis padres".

Tras la etapa de los estudios primarios en "El Viera y Clavijo de las niñas", Yolanda Arencibia, cuya infancia, al igual que la de don Benito, estuvo muy ligada a la zona de Triana, corazón de la capital laspalmeña, se matriculó en Las Teresianas para cursar el bachillerato. Finalizado "el Preu" se fue a estudiar a la tinerfeña Universidad de La Laguna, donde se matricularía en la sección de Filología Románica de la Facultad de Filosofía y Letras. "Para mí la llegada a la Universidad fue una maravilla", comenta, "obviamente me quedaba en la residencia de estudiantes y mi vida durante los tres primeros años de carrera fue un ir venir de la residencia a la facultad y a la biblioteca. En cuarto y quinto, ya me espabilé un poco", comenta con la sonrisa de quien empezó a salir con sus amigas a bailar, porque "en Tenerife no era pecado bailar. No como en Las Palmas donde el obispo Pildain lo había prohibido a las mujeres".

Y sin darse apenas cuenta, la vida adulta se precipitó en el día a día de la tercera de los Arencibia. Conoció a Daniel Roca, sonaron las campanas de boda y fueron llegando los hijos: Daniel, Yolanda y Luis. "Mi marido es un hombre excelente que me ha sabido entender y me ha acompañado en todos los momentos de mi vida. De broma suele decirme que tiene celos de don Benito, aunque cada vez menos", nos aclara Yolanda regalándonos otra de esas sonrisas entre simpáticas y recatadas, y continúa: "Por las mañanas me ocupaba de mi trabajo, cada vez más abundante (un decanato en la ULPGC, actividad investigadora, libros, artículos, comunicaciones, asistencia a congresos, cursos, seminarios y un largo etcétera) y las tardes se las dedicaba a mis hijos", nos relata con la mayor naturalidad del mundo. En medio de todo este torbellino de actividad se había gestado un doctorado Cum Laude en Filología Hispánica y se perfilaba el maremágnum de su gestión como consejera delegada de Educación cuando el Cabildo de Gran Canaria lo presidía María Eugenia Márquez.

"Yo me atrevo con todo", comenta con una energía y una seguridad envidiables. "Si bien es verdad que desde siempre me ha gustado la Historia, desde hace unos años he descubierto que la Literatura es lo que más me llena: leer, escribir, releer, analizar, corregir? Debe ser por todo eso, por su defensa de la cultura y su dedicación plena a la vida y a la obra de Galdós, lo que hizo que en 2015 fuera nombrada Hija Predilecta de Las Palmas de Gran Canaria.

La conexión de Yolanda Arencibia con don Benito ha sido, y es tan profunda y desde tan temprana edad que, desde mi punto de vista, ambos comparten también el infortunio de ser poco y mal conocidos. Cierto es que los canarios no somos muy de reconocer hasta la admiración los éxitos de nuestra gente. Cierto es también que somos, y así nos consideramos, personas normales y no más. Pero no debemos seguir cayendo en el mismo error histórico de normalizar lo destacable e incluso lo genial porque entraríamos, si no lo hemos hecho ya, en lo cainita.

Todo el mundo conoce la vida académica, docente y política de Yolanda Arencibia. Pero muy pocos de nosotros, sus vecinos y sus contemporáneos nos hemos interesado en conocer a quien las Musas de Galdós, mediante la oportuna aparición de un librito rojo en la biblioteca de su tío, eligieron para que, quien llegó a ser uno de los mejores escritores de su tiempo, nuevamente en el seno de una mujer, vuelva a ser recordado como tal, en los albores de este siglo 21, justamente en el año en que conmemoramos el centenario de su fallecimiento. Que no tengan que pasar otros cien años para conocer en profundidad a Yolanda Arencibia: la mujer; quien por derecho propio es ya la décima Musa.

Fe de erratas. este artículo fue publicado ayer por error con la firma de yolanda arencibia. sirvan estas líneas y la recuperación del artículo como forma de pedir disculpas a la catedrática, de la que versa la columna; a su verdadero autor,

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