Una tienda de campaña en las inmediaciones del Centro de Salud de Canalejas no deja indiferentes. El incremento de personas que viven en las calles alcanza cotas de inquietud social y ciudadana. Tanto por los que sufren los rigores de la pandemia en las aceras, como por los que ven floreces las chabolas urbanas en los soportales de sus confortables edificios. Las colas del hambre no se van de vacaciones.