La Provincia - Diario de Las Palmas

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DIARIO DE UN NÁUFRAGO

La decadanse

Siempre me han encantado los espacios decadentes, como las plantaciones del Mississippi, o los antiguos edificios cuya historia testimonia un pasado grandioso. Esa es la sensación que tuve la semana pasada en la Escuela de la Granda. Esperemos que reviva un futuro glorioso de tertulias científicas en las que se discuta el futuro de nuestra región. También me gusta la decadencia en el mundo de la cultura porque genera nuevas oportunidades creativas. A quien le guste la "chanson" y desconozca la obra de Serge Gainsbourg se pierde a uno de los mayores genios de la canción francesa del siglo XX. Acompañado de la siempre sexy y original Jane Birkin, nos hacía soñar en 1971 con noches de blanco satén, mientras en España nos debatíamos entre la muerte del dictador y la vuelta del Borbón. Por entonces Francia era España elevada a la doceava potencia. Ese mismo año Franco concedió la amnistía a unos 700 presos, y Karina defendía el honor patrio en Eurovisión. Eran años de crisis generados por el declive de la economía americana y del petróleo. Ya por entonces empezaban los rumores sobre el futuro de nuestro país dada la delicada salud del dictador, que había conseguido en su última etapa el blanqueo de su régimen por las principales democracias occidentales, y que veían a Franco como un aliado necesario en la lucha anticomunista. Con Franco en el poder podían estar seguros de que el sur de Europa, pese a los problemas económicos y a las diferencias sociales, no caería en manos bolcheviques. Es verdad, que salvo una minoría, que era la estirpe de los aristócratas y militares que se beneficiaron del régimen, y de aquellos protegidos y acérrimos a este, el resto éramos pobres. También es verdad, que cuando la pobreza se democratiza y hay un desarrollismo económico propiciado por políticas de reconstrucción, entonces se tiene la sensación de que el país avanza, aunque sea a trancas y barrancas. Y venidos de una guerra civil fratricida, y de un periodo de postguerra donde los ajustes de cuentas, el estraperlo y las cartillas de racionamiento estaban a la orden del día, simplemente el hecho de ver que hay trabajo, y que se puede con los ahorros comprar un piso y un seiscientos, posibilitó el "baby-boom" de 1961. ¡Viva la clase media!

En 1971, ya los americanos, preocupados, analizaron lo que sucedería en España con la muerte de Franco, y concluyeron que "el príncipe Juan Carlos, designado por Franco como futuro Rey de España en julio de 1969, sería probablemente, en gran medida, una figura decorativa". También preveían que "tendrían que pasar como mínimo varios años antes de que se autorice el libre funcionamiento de los partidos políticos, que se abriría el paso a una prensa más libre, a unos debates "más libres" en las Cortes y una labor sindical más responsable y sensible ante los problemas de los trabajadores, viendo improbable un retorno a la segunda república, o que los bolcheviques alcanzasen el poder en unas futuras hipotéticas elecciones". Como ven el camino estaba trazado de antemano, y solo hubo alguna desviación sobre el guion previsto. Solo la operación Ogro y el atentado contra Carrero Blanco el 20 de diciembre de 1973, unos días antes de la lotería de Navidad, hizo que se precipitasen los acontecimientos. Aunque tenía 12 años, me acuerdo de ese día. El tránsito del franquismo a la monarquía estaba servido. Kiskur, Argala y Atxulo estaban esa mañana preparados para dar el golpe definitivo que nos devolvería a la dinastía de los Borbones al poder. ¡Vaya tres nombres! Podrían ser la delantera del Athletic, pero vestidos de electricistas. En unos instantes el Dodge 3700 GT salió volando por los aires, aterrizando en la azotea de un edificio anexo a la iglesia donde había asistido a misa. El nacional-catolicismo por los aires.

Hay quien cree que en el camino hacia el poder, lo más importante es la creación del relato. En el caso de Juan Carlos I, eso ocurrió con el intento de golpe de estado del 23 de febrero de 1981 con Tejero y demás figurantes durante la votación para la investidura de Calvo-Sotelo, un personaje plano donde los haya, que hoy parecería premio Nobel. A partir de ahí, empieza el pico de popularidad de Juan Carlos I, que duraría hasta mediados de los 90. Entre tanto, una serie de eventos que pusieron a España en el mapa internacional y que nos abrieron al mundo del negocio de la democracia, como bien explicaría el periodista Jesús Cacho en su libro "El negocio de la libertad". Y como toda curva logística, que también controla la propagación de los "virux" y de las campañas publicitarias, a partir de ahí empieza la decadencia, con escándalos sentimentales (estos solo conciernen a la Reina) y financieros, apantallados por un halo de silencio, impunidad e inviolabilidad. No seré yo quien defienda al Rey emérito, y la prolongación de un sistema claramente anacrónico, pero también quiero poner de manifiesto la gran hipocresía de la sociedad española, porque todos estos escándalos que han involucrado a las principales empresas del Ibex35 en la expansión a mercados internacionales, ya se conocían. El Rey actuaba como delegado comercial y por ello percibía las correspondientes comisiones. Ya se sabe que a estos niveles está mal visto que esos dineros tributen en el mismo país en el que lo hacen los plebeyos. Para eso están los paraísos fiscales europeos. Además todo el mundo adoraba su campechanía que lo hizo deambular por los dormitorios de muchas estrellas nacionales de la farándula, para orgullo patrio. ¡Finalmente el monarca consumía producto nacional! Y así de oca en oca y tiro porque me toca ? hasta hoy. Los escándalos siempre saltan en verano cuando la plebe se marcha de vacaciones.

Actualmente vivimos una situación muy preocupante, con una crisis sanitaria, económica e institucional que se entremezclan y se realimentan. No sé lo que ocurrirá con nuestro actual sistema de monarquía parlamentaria. Me imagino que igual que ocurrió con la muerte de Franco, los cálculos ya fueron echados hace un tiempo. Quizás todo haya comenzado con el supercuñado o quizás antes. Monarquía o república, república o monarquía. Todo dependerá del sistema que otorgue más dinero a nuestros socios, que además nos están asegurando las espaldas. En Europa hay ejemplos de éxito en ambos casos en países de nuestro entorno y también los hay de fracaso estrepitoso en otros países del mundo. No hace falta citar ejemplos. En cualquier caso las condiciones habrán cambiado: no hay país desarrollado que no sea transparente como el vidrio y en el que sus gobernantes gocen de inviolabilidad. Si esas fuesen las condiciones, en ese caso mejor abdicar. Es erróneo asociar república a los partidos de izquierda, pues siempre ha habido republicanos conservadores y liberales, y asociar república con guerra civil, como también lo es asociar la monarquía actual al absolutismo, a los señores feudales y al derecho de pernada. Tampoco es necesario que a Felipe VI se le haga campaña publicitaria basada en el sobresalto para ganar el plebiscito popular. Ese solo se gana en las urnas, preguntando al pueblo llano si quiere a un rey formado y austero, que debería renunciar a sus privilegios, o a un presidente de la república al que podamos reelegir cuando toque. No es conveniente asociar la monarquía a la unidad de España y a la lucha contra los nacionalismos. Creo que muchos de estos problemas han sido artificialmente creados para atarnos de pies y manos. La constitución debería ser como un baño, que se reforma cuando es necesario. Parece ser que el bidé ya no está de moda. ¿Se imaginan que un día tampoco lo estuviesen los independentistas porque nos hemos convertido en una república federada? Veremos que plato nos tienen preparado.

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