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COLUMNA

¿Ha comprado mueble-bar?

Las noticias hablan de acaparamiento de enseres para la casa, labores manuales y juegos de mesa y con ello auguran un tiempo de puertas adentro hasta que llegue la vacuna. Saber si aumentó la venta de mueble-bares hablaría de verdad de la sociedad española y de los planes que no contamos al CIS cuando encuesta.

Había dado por desaparecido el mueble-bar, un aparador de alcohol, como periclitó el reclinatorio, el mueble de rezar, una silla rara que en vez de estar pensada para el culo había sido diseñada para las rodillas. Estaba en las casas nacionalcatólicas, tan desconsoladas que tenían otro mueble llamado consola. El reclinatorio servía para reclinarse, pero la consola sólo para dejar las llaves o poner un florerito.

Sitúo en el año 1990 la fecha en que los españoles dejaron de tener mueble-bar y añadieron el bar de abajo a las habitaciones de casa. Las viviendas españolas son pequeñas, los bares tenían entonces la exclusiva de las pantallas grandes y el fútbol televisado por suscripción redujo la entrada en el estadio y aumentó la bebida social, dando otro motivo para no estar en el hogar, libar abondo y dar voces, tres maneras de socialmente aceptadas ser español, tres señas de identidad transversales al estado de las autonomías.

Durante el confinamiento cerraron los bares y la venta de alcohol en supermercados casi llegó al doble que en 2019, lo que sugiere que se consolidó como bebida solitaria la bebida social. En cuanto la hostelería se impuso a la epidemiología las terrazas petaron y los botellones -alcohol social sin bar- triunfan como disidencia de esta monarquía hostelera, pero hay personas enriscadas en el confinamiento y precavidos precovid que valen por dos y urge saber si han comprado mueble-bar en los últimos cinco meses.

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