No es momento para los hipster, y mucho menos para sus cuidadas barbas. Una de las restricciones de la pandemia no es otro que primar, como es lógico, las mascarilla frente a la estética capilar en el rostro. Algunas barberías locales lo anuncian en sus puertas. La solución, como en otras tantas cosas, está en las habilidades domésticas o personales, capaces de sacar del atolladero a los entusiastas de los símbolos de esta tribu urbana.